Le Parole che provengono dall’Alto illuminano lo spirito, ampliano il sapere, fortificano l’anima ed aiutano anche, che le sostanze del corpo si spiritualizzino e che si rivolgano all’anima, per cui il corpo esegue anche volontariamente ciò che l’anima pretende da lui, spinta dallo spirito. Le Parole che provengono dall’Alto, possono solo essere percepite, quando ha luogo un’unificazione dell’anima con lo spirito, quando tutto il pensare, percepire e volere dell’uomo è rivolto all’interiore, da dove lo spirito dell’uomo, che è di Origine divina, si annuncia all’anima. Quindi, lo spirito dà qualcosa che fluisce direttamente dal Regno spirituale ed ha preso la via verso di lui, perché la scintilla spirituale nell’uomo è in contatto con lo Spirito del Padre dall’Eternità e quindi trae anche ininterrottamente la Forza da Questo, che si manifesta come sapere, che ora trasmette anche all’anima nella quale dimora. Di conseguenza si svolge una trasmissione della Forza divina sull’anima che ora deve utilizzare, se l’anima deve raggiungere un successo spirituale. Deve accogliere la Parola dall’Alto e lasciarla agire su di sè e l’effetto della Parola divina sarà una spinta per l’agire nell’amore. Allora l’anima ha anche influenzato il corpo di unirsi con la volontà dello spirito, e l’uomo amorevole stabilisce ora il diretto contatto con Dio, il Quale opera in lui tramite la Sua Forza d’Amore. Questo è un procedimento che è facilmente comprensibile, quando viene spiegato bene agli uomini e che premette comunque nuovamente l’agire dello spirito nell’uomo per essere compreso, perché il mondo con il suo senso orientato terrenamente non sa nulla e non comprende niente dell’unificazione di Dio con l’uomo tramite l’amore. L’uomo lo coglie bensì verbalmente, ma non comprende il nesso, come non ha nessuna vera immaginazione dell’Agire di Dio nell’uomo. Si spiega quest’ultimo con un chiaro pensare d’intelletto, ma non ne riconosce una diretta trasmissione della Parola, per cui fornisce la dimostrazione che non crede nell’Agire dello Spirito, e di conseguenza non sa che e come lo Spirito di Dio Si manifesta nell’uomo. Per questo motivo manca agli uomini anche il sapere sulla Nutrizione spirituale alla Tavola del Signore. Non comprendono il collegamento più profondo della trasmissione della Parola divina sulla Cena istituita da Dio. Così manca loro anche ogni comprensione per questa, che la Parola proceduta da Dio Stesso è il Bene più sublime e migliore, che è raggiungibile sulla Terra e che è necessario per lo sviluppo dell’anima, che Gesù Cristo sulla Terra conosceva solamente una meta, di indicare agli uomini la via che procura loro la Grazia, di poter ricevere quel Bene, la Parola divina. Egli Stesso Si trovava in quello stato, quando il Suo Spirito Gli trasmetteva il più profondo Sapere sull’unificazione con lo Spirito del Padre dall’Eternità. L’Anima ed il Corpo si univano costantemente nell’agire d’amore. Lui traeva la Forza da Dio, Era unito con il Padre dall’Eternità, la Sua Anima veniva nutrita dal Padre con la Sua Parola e dava ai prossimo ciò che Lui Stesso riceveva. Distribuiva il Pane del Cielo, dava agli altri la Parola divina e li ammoniva di fare lo stesso, Lui dava del Cibo spirituale e corporeo a coloro che avevano fame e sete. Il porgere del Pane era un paragone figurativo di ciò che Gesù offriva agli uomini con la Sua Parola, la divina Verità, che procura davvero all’anima il grado di maturità, quando viene accolta con il cuore e con l’intelletto. Lui ha offerto agli uomini la Parola che il Padre Gli diceva, come vero Cibo e vera Bevanda e li ammoniva, di fare lo stesso, di diffondere la divina Dottrina dell’amore e con ciò nutrire gli uomini con Cibo e Bevanda, affinché aspiravano all’unificazione con Dio e Dio Stesso li possa ristorare alla Sua Tavola, affinché la scintilla spirituale in ogni uomo divampi e possa essere udita la Parola di Dio dall’Alto da tutti coloro che la desiderano, che hanno fame e sete per il Nutrimento spirituale.
Amen
TraduttoreLas Palabras que vienen desde arriba iluminan el Espíritu, amplían el conocimiento, fortalecen el alma y también ayudan a que las sustancias del cuerpo se espiritualicen y se vuelven al alma, por lo que el cuerpo obedece de buen grado, lo que el alma, impulsado por el espíritu, le exige. Las Palabras que vienen desde arriba sólo puede ser escuchadas, cuando haya tenido lugar una unificación entre el alma y el Espíritu, cuando el pensar, el sentir y el querer del hombre están dirigidas hacia adentro, desde donde el Espíritu del hombre, que es de origen divino puede revelarse al alma.
Entonces el Espíritu emite algo que fluye directamente del reino espiritual y ha tomado el camino hacia él, porque la chispa espiritual en el hombre está en conexión con el Espíritu del Padre desde la Eternidad y, por lo tanto, también puede recibir continuamente la fuerza de Él, que se expresa como conocimiento, que ahora transmite al alma en la que habita. Por lo tanto, es una desviación de la fuerza divina hacia el alma, la cual ahora debe aprovechar si quiere lograr un éxito espiritual para el alma. Debe recibir la Palabra de arriba y dejar que la Palabra trabaje en él, y el efecto de la Palabra divina será un impulso para obrar en amor. Entonces el alma también ha influenciado al cuerpo para que se una a la voluntad del Espíritu, y la persona que obra en amor ahora establece una conexión directa con Dios, Quien ahora, está obrando en él a través de Su fuerza de amor....
Es este un proceso tan fácil de entender si se explica adecuadamente a las personas, y que a su vez presupone de nuevo el obrar del espíritu en el hombre para ser comprendido. Porque el mundo con su sentido enfocado terrenalmente no sabe nada y tampoco comprende nada acerca de la unión de Dios con el hombre a través del amor. El hombre lo toma literalmente, pero no comprende el contexto, así que tampoco tiene una idea correcta del obrar de Dios en el hombre. Se lo explica esto último con un claro pensamiento intelectual, pero no reconoce una transmisión directa de las palabras, por lo que demuestra que no cree en el obrar del Espíritu y, en consecuencia, tampoco sabe, qué y cómo se expresa el Espíritu de Dios en el hombre.
Y es por eso que a la gente también le falta el conocimiento del alimento espiritual en la mesa del Señor. No comprenden el contexto más profundo entre la transmisión de la Palabra divina y la inserción de la Cena del Señor, y también carecen de cualquier entendimiento, de que la Palabra que emana de Dios Mismo es el mayor y mejor bien que se puede conseguir en la tierra y que es sumamente necesaria para el desarrollo del alma, y que Jesucristo en la tierra solo conocía un objetivo, mostrarle a la gente el camino que les otorga la gracia que ese bien, la Palabra divina, le sea transmitida.
Porque Él Mismo se encontraba en ese estado donde Su Espíritu en unión con el Espíritu Padre desde la Eternidad Le impartía el saber más profundo y Espíritu, alma y cuerpo de habían unido para obrar en amor constantemente. Constantemente recibía fuerza de Dios, estaba unido con el Espíritu del Padre desde la Eternidad, Su alma fue alimentada por el Padre con Su palabra, y así devolvía a Sus semejantes lo que Él Mismo recibía.... Distribuía el pan del cielo, Él les transmitía la Palabra divina y los exhortó a hacer lo mismo, Él dio alimento físico y espiritual a aquellos que tenían sed y hambre.
La ofrenda del pan fue solo una comparación pictórica de lo que Jesús ofreció a las personas con Su Palabra.... la verdad divina, que verdaderamente lleva al alma a la madurez cuando se acepta con el corazón y la mente.
Ofreció a la gente la Palabra que el Padre habló en Él, como alimento y bebida correcta y le advirtió a hacer lo mismo, a difundir la enseñanza de amor divina y así refrescar a la gente con comida y bebida para que se esfuercen por la unión con Dios y Dios Mismo puede alimentarlos en Su mesa, para que la chispa del espíritu de cada persona se encienda y la Palabra de Dios desde la altura pueda ser escuchada por todos que la desean, que tienen hambre y sed de nutrición espiritual....
Amén
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