La voluntad de vivir anima a todos los seres, es decir, toda esencia de ser se esfuerza por ser activa porque originalmente era poderosa y podía usar su fuerza ilimitable. Y es por eso que el estado de inactividad es muy doloroso para la esencia de ser, porque contradice completamente la naturaleza y el propósito real. Es por eso que es constantemente empujada a estar activa, pero se le impide hacerlo en el estado ligado, especialmente en la materia sólida, y esto causa un gran tormento para la esencia de ser. La falta de fuerza es por lo tanto lo primero que hay que remediar para hacer soportable el estado del ser, y el menor suministra de energía lo deja ser activo y revela vida.... es decir, todo ser vivo, desde la planta más pequeña hasta la obra de creación más evolucionada, el hombre, es un receptor de fuerza y es capaz en diferentes grados de realizar una actividad y, por lo tanto, hay vida en ellos.
La actividad de todo ser viviente, aparte del hombre, está determinado por Dios, y los seres vivientes cumplen su destino según una determinada ley imperativa, es decir, se subordinan a la ley natural divina, según la cual se le asigna un destino a toda obra de la creación que debe cumplir. Pero el impulso de vivir es tan fuerte en la esencia de ser que no se opone a esta ley, sino que cumple su propósito porque le permite volverse cada vez más activo. Y es por eso que toda en la creación muestra una intensa actividad, todo prueba la vida, excepta la materia dura, que parece estar muerta, pero también incluye la vida que aparece tan imperceptiblemente al ojo humano que apenas se nota y, por lo tanto, la materia se considera sin vida, sin serlo.
Pero cuanto más se desarrolla la esencia de ser, más reconocible es su actividad, su vida, para el hombre para quien esta vida en cada obra de creación debe ser también una ocasión para reflexionar sobre el propósito que tiene que cumplir toda la creación. Porque el ser humano como tal es capaz de reflexionar al respecto, mientras que los demás seres vivos todavía carecen de esta capacidad. Pero el hombre es capaz de ser activo en un grado mayor, y eso por su propia voluntad. La fuerza vital le afluye constantemente que puede usar para un actividad constante, por lo que se ha acercado considerablemente al estado del ser creado originalmente, y ahora puede evaluar la última etapa para alcanzar la libertad completa y la fuerza ilimitada, para crear y ser creativo de nuevo como estaba previsto originalmente.
Pero la actividad que el hombre realiza en la tierra debe ser un servicio en el amor.... Sólo esto determina si el ser alcanza la verdadera vida. También puede abusar de la capacidad de estar activo en la vida terrenal al crear y ser creativo en el desamor, al usar su fuerza vital en perjuicio de los demás seres humanos, porque tiene libre albedrio, ya no está en un estado de obligación, obligado a una actividad específica, sino que puede elegirla libremente, pero también debe ser responsable de ella y asumir las consecuencias.
Un hombre que usa mal su fuerza vital aún no querrá renunciar a ella, no querrá terminar con su vida terrenal; siente que después toda la fuerza será retirado y por lo tanto teme la muerte, el cese de su estado de poder, mientras que la persona que está activa en el servicio del amor está igualmente convencida de que un mayor poder está disponible para ella en la vida del más allá, de modo que voluntariamente renuncia a la vida terrenal en aras de la vida eterna. Es estado de estar lleno de poder siempre significa vida, pero la falta de poder significa muerte.... El ser teme a la muerte y desea la vida.... Pero no hay vida sin Dios, y Dios es el amor.... Entonces el ser tiene que estar en el amor para poder vivir. Pero si ignora el amor, entonces la muerte, es decir, la impotencia es su destino....
amén
TraductorDer Wille zum Leben beseelt alle Wesen, d.h., alles Wesenhafte strebt danach, tätig zu sein, weil es uranfänglich kraftvoll war und seine Kraft unbeschränkt gebrauchen konnte. Und darum ist der Zustand der Untätigkeit für das Wesenhafte qualvoll, weil er der eigentlichen Beschaffenheit und Bestimmung des Wesenhaften gänzlich widerspricht. Darum wird es ständig gewissermaßen zur Tätigkeit gedrängt, jedoch im gebundenen Zustand, besonders in der festen Materie, daran gehindert, und dies bereitet dem Wesenhaften große Qual. Die Kraftlosigkeit ist sonach das erste, was behoben werden muß, um den Zustand des Wesenhaften erträglich zu machen, und die geringste Kraftzufuhr läßt es emsig tätig werden und verrät Leben.... d.h., jedes Lebewesen, von der kleinsten Pflanze bis zum höchstentwickelten Schöpfungswerk, dem Menschen, ist Kraftempfänger und in verschiedenen Graden fähig, eine Tätigkeit auszuführen, und also ist Leben in ihnen. Die Tätigkeit eines jeden Lebewesens, außer dem Menschen, ist von Gott bestimmt, und es kommen die Lebewesen ihrer Bestimmung nach in einem gewissen Mußgesetz, d.h., sie ordnen sich dem göttlichen Naturgesetz unter, laut welchem einem jeden Schöpfungswerk eine Bestimmung zugewiesen ist, die es erfüllen muß. Der Drang zum Leben aber ist so stark in dem Wesenhaften, daß es sich nicht diesem Gesetz widersetzt, sondern seine Bestimmung erfüllt, weil es dadurch zu immer regerer Tätigkeit zugelassen wird. Und darum weiset alles in der Schöpfung eine emsige Tätigkeit auf, alles beweiset Leben, bis auf die harte Materie, die scheinbar tot ist, jedoch auch in sich ein Leben einschließt, das so unmerklich für das menschliche Auge in Erscheinung tritt, daß es kaum beachtet wird und daher die harte Materie als leblos gilt, ohne es zu sein. Doch je weiter das Wesenhafte entwickelt ist, desto erkennbarer ist auch seine Tätigkeit, sein Leben, für den Menschen, dem nun auch dieses Leben in jeglichem Schöpfungswerk Anlaß sein soll zum Nachdenken, welchen Zweck die gesamte Schöpfung erfüllt.... Denn der Mensch als solcher ist fähig, darüber nachzudenken, während allen anderen Lebewesen diese Fähigkeit noch mangelt. Der Mensch aber ist in erhöhtem Maße fähig, tätig zu sein, und zwar aus freiem Willen. Ihm strebt unentwegt Lebenskraft zu, die er zu ständiger Tätigkeit nützen kann, und also ist er dem Zustand des urgeschaffenen Wesens schon erheblich nähergekommen und er kann das letzte Stadium nun auswerten, um völlige Freiheit und ungemessene Kraft zu erlangen, um wieder schaffend und gestaltend tätig sein zu können, wie es uranfänglich seine Bestimmung war. Doch es muß die Tätigkeit, die der Mensch auf Erden ausführt, ein Dienen in Liebe sein.... Dies allein ist bestimmend, ob das Wesen zum wahren Leben gelangt. Er kann die Fähigkeit, tätig zu sein, auch mißbrauchen im Erdenleben, indem er schaffend und gestaltend tätig ist in Lieblosigkeit, indem er zum Schaden des Mitmenschen seine Lebenskraft nützet, denn er hat freien Willen, er ist nicht mehr im Mußzustand, gezwungen zu einer bestimmten Tätigkeit, sondern er kann sich diese frei wählen, muß sich aber auch dafür verantworten und die Folgen auf sich nehmen. Es wird ein Mensch, der seine Kraft mißbrauchet, sie dennoch nicht hergeben mögen, er wird sein irdisches Leben nicht beenden wollen; er fühlt, daß ihm nachher jegliche Kraft entzogen wird, und fürchtet sich daher vor dem Tode, vor dem Beenden seines Kraftzustandes, während der Mensch, der in dienender Liebe tätig ist, ebenso davon überzeugt ist, daß ihm erhöhte Kraft im jenseitigen Leben zur Verfügung steht, so daß er das irdische Leben gern aufgibt, um des ewigen Lebens willen. Der Zustand der Kraftfülle bedeutet immer Leben, Kraftlosigkeit aber stets Tod.... Das Wesenhafte fürchtet den Tod und begehret das Leben.... Doch ein Leben ohne Gott gibt es nicht, und Gott ist die Liebe.... Also muß das Wesen in der Liebe stehen, um leben zu können. Lässet es aber die Liebe außer acht, so ist Tod, also Kraftlosigkeit, sein Los....
Amen
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