8633 Los hombres no saben de su miseria espiritual tan grande

2 de octubre de 1963: Libro 91

En qué miseria espiritual os encontráis, vosotros hombres, eso no lo sabéis, pero esa miseria no se os puede describir suficientemente negra, para que os esforcéis vosotros mismos en remediarla, pues podéis hacerlo, si tenéis sólo la firme voluntad para ello. Primero tenéis que reconocer vosotros mismos ese miseria, tenéis que saber que habéis llegado al fin de una marcha de evolución de un tiempo de duracion infinita a través de las creaciones terrenales, de que en ese tiempo tuvistéis que soportar sufrimientos indescriptibles y que ahora como ser humanos podéis concluir estado de ese tortura, y como seres de luz libres podéis entrar en el Reino espiritual. Tenéis que saber que es para vosotros la última posibilidad de estar libres de toda forma material, de que para ello tenéis que llevar una conducta que corresponda a vuestro ser humano, de lo contrario fracasáis y toda la marcha infinitamente larga que tuvo anteriormente lugar ha sido en vano. Tenéis que saber, que entonces recaéis en la más profunda profundidad teniendo que dejar atrás de nuevo la marcha a través de las creaciones, atados en la materia bajo torturas espantosas.

Vosotros hombres vegetáis en la vida irresponsablemente, no pensáis en que, a causa de una finalidad, estáis en la tierra, vosotros no os ocupáis en modo alguno de pensamientos semejantes y no sacáis ningún objetivo espiritual de vuestra existencia. No preguntáis por un Dios y Creador, de quien ha procedido tanto la creación como vosotros mismos también, vosotros vegetáis indiferentes, y lo más decisivo es que vivís sin amor. Y sólo el amor puede llevaros a la perfección última, sólo el amor os garantiza la suerte feliz en la Eternidad, pues sólo el amor es necesario para que alcancéis la meta última: la liberación definitiva de la forma. Pues aunque entréis en el otro reino después de la muerte de vuestro cuerpo, tampoco seréis así capaces de desprenderos de la tierra, y todavía podéis hundiros también aún más abajo y ser nuevamente cautivados en la materia. Pero el fin os puede sorprender también todavía en esta tierra, y entonces volvéis sin falta de nuevo a la profundidad, de la que os habéis trabajado tan arriba ya. Y tenéis que soportar una vez más la suerte espantosa, pues Yo no puedo salírme de la ley del Orden eterno, y aunque os pertenece Mi Amor y no quiere jamás perderos. Pero Yo no puedo omitir ni eludir la Justicia, la cual pertenece también a Mi Perfección.

Cada vez de nuevo os digo: Reflexionad. Es el último trayecto corto que recorréis. No vayáis por mal camino que os conduce sin falta al abismo, sino uniros a Mí y poned en Mi Mano vuestro camino de regreso en la tierra. Pensad y meditad sobre cuál es el motivo y la finalidad de vuestra existencia terrena, y en verdad, que Yo os lo aclararé, porque Yo quiero que sigáis el camino a la Casa paternal, porque Yo ansío vuestero regreso a Mí y Yo quiero evitaros la suerte espantosa de un nuevo cautiverio.

Tened en claro que os encontráis en una gran miseria espirital, y tratad de escaparla, pues depende sólo de vuestra voluntad, cumpliendo la tarea por cuyo fin os habéis podido encarnar como hombre. Sólo tenéis que liberaros de los deseos o ambiciones mundanas, no tenéis que considerar vuestra vida en la tierra como vuestro fin absoluto, sino siempre como el medio para el fin, debéis reconocerlo. Y os será también posible llevar una conducta que corresponde a la finalidad, si os esforzáis de llevar una vida en el amor. Entonces os habéis escapado del peligro de un fracaso en la época final, entonces reconoceréis cada vez más clara y lúcidamente, la causa de por qué estáis en la tierra, y os esforzaréis siempre en cumplir la Voluntad de vuestro Dios y Creador, entraréis en la relación de un hijo hacia el Padre, y entonces os agarrará el Padre atrayéndoos a Él y jamás os dejará hundir de nuevo en el abismo.

Haced caso de Mi adverencia y exhortación, cambiad vuestro modo de vida, ansiad en poner fin a esa larga marcha por la tierra, para que después de la muerte de vuestro cuerpo podáis entrar en el Reino de la Luz y de la felicidad. Y si podéis adquirir esa voluntad, así recibiréis también, en verdad, la fuerza para ello, pues Yo os ayudo hasta el fin, a que lleguéis a la Vida y no caigáis nunca más de nuevo en la muerte.

Amén

Traducido por: Anonymous

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