6048 “Llevad afuera Mi Evangelio ...”
12 de septiembre de 1954: Libro 65
Vosotros, los que queréis servirme a Mí, es vuestra misión de divulgar Mi Palabra. También a vosotros os digo las Palabras: “Llevad afuera en el mundo Mi Evangelio...” Los hombres oyen mucho, por todas partes se les ofrece un saber, Mi Palabra se les anuncia en forma de dogmas, y por eso después tendría que parecer que es cumplida Mi Orden que Yo participé una vez a Mis discípulos.
Y sin embargo, es más necesario que nunca el que Yo me dispierte de nuevo otra vez discípulos que pueda Yo enviar afuera en el mundo. Pues los que anuncien Mi Evangelio, tienen que ser enseñados por Mi Mismo, ellos tienen que permitir que en ellos obre Mi Espíritu, porque a través de la Voz del Espíritu, perciben lo que ellos deben predicar.
Los predicadores no despiertos hablan Palabras vacías sin Espíritu, mismo si se atienen a Mi Palabra una vez anunciada. Sin el Obrar de Mi Espíritu no comprenden ellos mismos lo que hablan, es decir, que no pueden ofrecer Mi Palabra viva a los hombres, y por eso sólo afecta otra vez el oído del oyente, pero al corazón no llega, mas si Mi Espíritu actúa en el anunciador de Mi Palabra, hablará de ese modo lleno de convicción, él explicará el sentido espiritual de Mi Palabra, él se aproxima al corazón de los hombres, él será el vínculo entre Mí y el oyente, y ese me dejará a Mi Mismo que Yo le hable y será en verdad impresionado de Mi Alocución.
Vosotros llevad Mi Evangelio afuera en el mundo. Muchos hombres deben recibir la noticia de Mi Palabra, y para ello necesito Yo aún muchos discípulos que esten capacitados para la verdadera difusión de Mi Evangelio, a los que Yo pueda enviar, porque ellos quieren serme buenos servidores, los que ahora actúan por encargo de Mí, que no dicen por sí mismos nada que sólo escuchan lo que Yo les encargo, y que ahora están impulsados por Mi Espíritu a que repartan lo que ellos han recibido de Mí Mismo. Pues si Yo les doy la misión, de llevar afuera Mi Evangelio, Mi Palabra, en el mundo, entonces tienen ellos mismos que haberla recibido antes de Mí, de lo contrario no podrían ofrecer nada.
No es sufiente que ellos mismos se recopilen el tesoro que distribuyan, de que ellos ofrezcan algo que ellos mismos no puedan atestiguar como Dádiva divina. Ellos tienen que recibir de Mí esos tesoros, de lo contrario Yo no puedo darles la misión y el encargo de que lleven afuera en el mundo Mi Evangelio. Yo sé en verdad, de qué padece la humanidad, Yo sé, qué dádivas inciertas se les han sido ya ofrecidas y cuán poca fuerza saludable pudieron sacar de ellas, Yo sé también lo que a ella le hace falta y quisiera Yo dirigírselo por eso. Yo quiero, afrontarme, Yo Mismo a los hombres, pero Yo sólo puedo hacerlo con Mi Palabra, la cual les será llevada a través de medianeros, quienes la han recibido directamente de Mí.
Y lo que ahora se hará para que se extienda Mi Palabra, eso lo veo Yo como el cumplimiento del encargo que Yo os he dado a vosotros, Mis discípulos del tiempo final. Y Yo os bendeciré. Pues es grande la desgracia, los hombres se mueren de hambre, porque les ofrecen alimento flojo y necesitan, sin embargo, sin falta, fuerza, para que puedan dejar atrás con éxito su camino de la vida terrenal.
Y vosotros, los que recibís abundantemente, podéis también distribuir abundantemente; vosotros, que estáis en posesión de Mi Palabra, podéis llevarla afuera en el mundo. Podéis llevar Mi Evangelio a todos los hombres que son de buena voluntad, pues estos lo reconocerán como Mi Palabra, porque les llega al corazón, porque ellos recobran ahora la salud en sus almas, porque ellos la reconocen como Voz seductora del Padre, al que ahora siguen sin oponer resistencia.
Amén
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