4749 Exhortación a una fe viva - Pensamientos
29 de septiembre de 1949: Libro 54
Y así habla la Voz del Señor a vosotros los que estáis enterados de Su Palabra por Sus servidores en la tierra: "Nada Me permanece a Mí oculto, hasta vuestros pensamientos Me son manifíestos y según esos pensamientos os juzgo Yo." Vuestro razonamiento más íntimo Me es conocido, y por lo tanto es absurdo quererme a Mí engañar mediante palabras. Vuestro corazón os delata aun cuando la boca hable otra cosa. Yo quiero haceros testigos oculares y testigos auriculares de los últimos sucesos en esta tierra; Yo quiero, que os mantengáis firmes en la fe entonces, y Yo os preparo por eso para el tiempo que viene. Y ahora queda a vuestra discreción, lo que queráis concluir de Mi Palabra.
Solamente quiero llamaros la atención de que sólo en la fe en Mí, podéis esperar a Mi ayuda, pues al fínal del tiempo en esta tierra, sólo el fiel quedará con vida, mientras que los infieles encontrarán la muerte, pero con esto se quiere decir la muerte del espíritu, el estado del cautiverio en la forma. Yo exijo por consiguiente la fe, para poder ayudaros y Yo no Me doy por contento con la mera profesión de la fe de boca. Yo sé cada uno de vuestros pensamientos y por eso no Me podéis engañar.
Mi Amor bien quisiera ayudaros, pero vosotros rechazáis Mi Amor que en forma de Mi Palabra os sale al encuentro, porque no aceptáis Mi Palabra y por eso tampoco a Mí Mismo. Y con esto está vuestro destino sellado, decidido, pues Mi adversario gana dominio sobre vosotros, porque vuestra voluntad no se defiende en contra y porque vosotros no recibís de Mí la fuerza de resistencia, la que pudieraís recibir siempre por Mi Palabra.
Y por eso os llamo Yo aún una vez más: Volved sobre sí, tratad de ganar la fe viva, entrad en contacto Conmigo y buscad la fuerza de Mí, la que necesitáis forzosamente, para perseverar hasta el fin. Y tened en cuenta, que Yo sé acerca de todo, de vuestra voluntad, de vuestra debilidad de la fe y también de vuestra deficiente caridad en el amor.
Pero si tan sólo dirigís a Mí vuestra voluntad, quiero Yo ayudaros y guardaros del hundimiento; Yo quiero daros fuerza, para que alcancéis la verdadera fe, para que Yo pueda salvaros de la noche de la muerte.
Amén
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