0606 Entes minúsculos sin forma
7 de octubre de 1938: Libro 13
En cualquier lugar de la atmósfera donde se manifiesta la vida, está continuamente fomentada por fuerzas subordinadas a la Voluntad de Dios. Por lo general se trata de entes minúsculos sin forma, es decir, no envueltos por un cuerpo. Su tarea es la de vivificar, pues ellos son los que estimulan el instinto de los seres más ínfimos de la creación. También en esto se manifiesta una fuerza espiritual difícil de entender por la inteligencia humana. Lo que sí debéis saber ya es que todos los seres de la misma especie deben cumplir la misma tarea, y que cada especie tiene que cumplir la suya específica y diferente. Debéis conocer la regularidad de la actividad que el Creador les ha asignado, aunque pese a ello no podréis entender cuál puede ser su utilidad.
Para comprenderlo, habéis de aceptar que:
- para animar a los entes espirituales más minúsculos hace falta la intervención directa del Espíritu de Dios;
- todo lo que vive en este mundo está animado por el Espíritu de Dios,
- el sinnúmero de los entes espirituales más minúsculos surgidos de Dios tiene una función específica en la Creación,
- cada uno de ellos cumple denodadamente con su deber.
El término “vida” significa siempre un desarrollo continuo y una continua perfección, y nunca la permanencia en lo mismo de antes. Todo lo que vive tiene que cambiar continuamente, tanto en su forma exterior como en su condición espiritual. Hasta la criatura más ínfima ha de cumplir esta ley desde que comienza su vida hasta el fin de la misma. Pues tiene que continuar el camino del desarrollo que le ha sido impuesto hasta llegar al grado más elevado posible del mismo. Entonces habrá de terminar su vida respectiva pues le espera una forma más elevada para servirse de su sustancia espiritual, ahora más madura, y ser animada por ella. Según este plan, innumerables de esas sustancias psíquicas se unen para, globalmente, animar a un ser de categoría superior. La atmósfera que os rodea está continuamente llena de tales almas a la espera de su encarnación.
La fuerza vivificadora se encuentra en todo lo que os rodea: en el aire y en el agua, en la lluvia y en el viento. La inhaláis con cada inspiración y os conforta porque os suministra las sustancias que necesitáis para vuestra vida. Todo el bienestar que sentís cuando estáis al aire libre bajo su influencia, testimonia la actividad vivificante de todos esos entes que, cuando se encarnan en incontables seres, los animan para que puedan cumplir la tarea que Dios les ha asignado. Ni uno solo de ellos queda sin su tarea específica: la Omnipotencia de Dios se manifiesta en la continua vivificación del conjunto de la Creación. El Señor, que dio su vida a cada ente, también la cuida continuamente para que se mantenga correctamente en su camino de perfección, aunque sea cada vez en formas diferentes con tareas distintas.
Quien admite todo esto, se volverá consciente de su propia función y del milagro de la vida como tal. Y alabará al Señor porque ha podido hacerse una idea de su Magnificencia.
Amén.
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