5249 El justo culto divino
4 de noviembre de 1951: Libro 58
Unicamente me es grato el culto divino que se mantifiesta y expresa en la verdadera entrega a Mí que tiene su motivo en el amor a Mí. Yo veo en el corazón de Mis hijos el templo que ellos han de consagrarme y eso sólo pueden, por una vída que me sea placentera, una vida de amor. Retirandose en el silencio y quiere llevar un diálogo Conmigo, y me abra ahora su templo y me ofrezca entrada, entonces Yo puedo también enseñarlos y se reunan así con Mi Espíritu, el que los dirige en todos sus caminos, y si ellos se dejan ahora conducir de él, y hacer todo lo que él les aconseja, entonces estarán también activos en obras desinteresadas de amor y de ese modo cumplen un verdadero culto divino, ellos llevan una vida de hecho y no sólo de forma. Ellos me oyen constantemente y no sólo en determinados lugares y a horas determinadas; ellos me sirven con todo su corazón, pues se sienten a ello impulsados de dentro, se sienten impelidos por Mi Espíritu, oyen Mi Palabra y se hacen actores de Mi Palabra.
Servir a Dios significa cumplir con Mi Voluntad como fiel siervo. Y Mi Voluntad es y seguirá siendo siempre el obrar en amor, un servicio de verdadera humildad y amor al prójimo; servír a Dios significa ser activo para Él, el hacer algo en lugar de Mi, ayudar a sus prójimos, enseñarlos por orden de Mí, darles consuelo y ayuda espiritual y terrenalmente donde tales hagan falta. Servirme a Mí es un asunto de la libre voluntad, lo que jamás puede ser exigido, de ahí véis ya que la obligación de asistir a un culto divino no puede ser nunca jamás Mi Voluntad y tampoco valorado por Mí como un sacrificio a Mí entregado de tiempo y fuerza, como la buena voluntad de actuar para Mí voluntariamente para ganar almas para Mi Reino, que se encuentran fuera en la necesidad espiritual, quien me hace eso con amor, me sirve a Mí en la Verdad y su servicio quíero Yo también bendecirlo. Pero quien quiere demostrarme sólo su asistencía, quien sólo cumple la obligación de la forma o uno de los preceptos primulgados por hombres, ese en verdad, que pocas bendiciones sacará de ellos, pues él es igual que un siervo perezoso que sólo se muestra aplicado si el Señor esta cerca, para sumergirse luego de nuevo en la ociosidad, porque no es seria su disposición de servir.
Quien a Mí me quiera servir tiene que recibir la orden de Mí y aspirar siempre después en cumplirla. Él tiene que amarme de todo corazón y como resultado de ese amor querer actuar para Mí y Mi Reino, y él no se quedará sin éxito.
Amén
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