4905 "Yo quiero derramar Mi Espíritu sobre toda carne ..."
28 de mayo de 1950: Libro 55
Yo quiero derramar Mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos e hijas profetizarán. Yo quiero llamaros la atención sobre el tiempo del fin, así que se cumplen estas Mis Palabras. La cornucopia de Mi Gracia será sacudida, pues Mi Espíritu se revela a todos los que permiten que Yo obre en ellos. Sobre siervos y siervas quiero Yo derramar Mi Espíritu. Todos, los que están solícitos en servirme, serán directamente enseñados por Mí, oírán Mis Palabras y pregonarán del tiempo venidero. Las profecías de los videntes y profetas antiguos se repetirán a través de los videntes y profetas del último tiempo, pues estos también ven en el espíritu como sucederá, ellos ven cómo se aproxima el fin, la gran necesidad espiritual de la humanidad, y se entregan como altavoces para Mí, se preparan en recipientes, en los que Mi Espíritu pueda fluír, para que puedan ver clara y lúcidamente, lo que Yo he determinado desde la eternidad. Mi Espíritu obra por eso en estos hombres.
Cuando Yo ascendí al Cielo, estaba la obra consumada, la muerte había sido vencida, las tinieblas del espíritu estaban rasgadas, el rayo de luz de lo alto podía penetralas por medio, y Mi Espíritu podía realizar a los hombres que en Mí creían. La comuncación se había establecido entre el Cielo y la tierra, entre el Reino espiritual y el terrenal, había un puente del uno al otro, el cual infaliblemente conduce a Mí, pues quien deja obrar a Mi Espíritu, ese tiene derecho a Mi Amor paternal eterno, él como Mi hijo heredero del Padre.
Mas el derramamiento del Espíritu ha sido poco reconocido por los hombres, fue considerado como una aparición o suceso único de pentecostés, como corraboración visible de la misión de Mis apóstoles que hablaban en todas lenguas, es decir que estaban llenos de Mi Espíritu. Pero el obrar del Espíritu no es ningún asunto único, pues Mi promesa reza: "Quien cree en Mí, de su cuerpo fluirán corrientes de agua viva..." Con estas Palabras anunciaba Yo el derramamiento del Espíritu sobre todo hombre que en Mí creyera y por esa fe viviera así, como es Mi Voluntad. Yo derramo Mi Espíritu en cada corazón que tiene capacidad receptora y es solícito en percibir, el que se forma y ha preparado de recipiente, el cual está bien apto en dejar que fluya a Mi Espíritu en sí. Muy pocos hombres sólo han experimentado en sí mismo ese proceso, sólo pocos hombres son tan fieles que Yo pueda obrar en ellos y con ellos directamente. Y por eso la humanidad no sabe nada del significado de estas Palabras, del significado importante del derramamiento del Espíritu.
Pero en el tiempo del fin le será llamada la atención, en el que de forma manifiesta tiene lugar el derramamiento del Espíritu, el que es reconocible por indicación y advertencia profética el fin del mundo, a través de advertencias que sólo confirman lo que videntes y profetas antiguos han profetizado. Siervos y siervas serán despertados, es decir, ellos, voluntariamente, se pondrán a Mi servicio y de ese modo serán realizados con Mi Espíritu por Mí; harán posible Mi obrar en sí, a través de su voluntad, la que está dirigida por completo sólo a Mí, y así pues podrán actuar como Mis apóstoles del tiempo final y anunciar el Evangelio, el fin del mundo y Mi venida en las nubes. Y derramaré Mi Espíritu sobre toda carne. Muchos podrán oír Mi Voz, cuando esté próximo el último fin. Sin embargo, primero son sólo algunos, que se unen tan entrañables a Mí, que pueden percibirme. No obstante, a todos ellos les es por Mi asignada una misión: que estén activos para Mí y Mi Reino por encargo de Mí. Estos pocos notarán en sí el llamamiento, y por eso no se espantan en pronunciar lo que los manifiesta Mi Espíritu, no se espantan en anunciar el Juicio final, y repetir en cierto modo las profecias de les antiguos videntes y profetas. Ellos hablan, por lo tanto, influenciados por Mi Voluntad, su espíritu ve lo futuro, y la boca expresa lo que ve el espíritu en él, transmitiéndoselo al alma. Él está lleno de Mi Espíritu, a él le está descubierto, lo que para los demás está oculto, él ve anticipadamente lo que le sobreviene a la humanidad, y en su afán de ayudar a los hombres, les participa lo que ha visto en su espíritu, y siervos y siervas profetizarán. Sin diferencia de sexo derramo Yo Mi Espíritu sobre toda carne, porque a cada uno que quiera servirme y aspire consciente a Mí, puede serle seguro el despertar de su espíritu, el atravesamiento de la fuerza de Mi Amor, y esto entra en aparición de modo manifiesto antes del fin.
Lo que hablaron Mis discípulos en el derramamiento de Mi Espíritu, eso lo anunciarán también ahora los que están despiertos del espíritu, pues Mi Espíritu es sin interrupción el mismo, Mi Espíritu os introduce en un saber que debéis transmitir de nuevo a aquellos que no están iluminados por Mi Espíritu.
La fiesta del derramamiento del Espíritu no debiera ser sólo un recuerdo de que Mis discípulos hablaron en lenguas extrañas, sino debe ser una exhortación constante, a que forméis también vuestro corazón de tal manera, que Yo pueda hacer efusivo Mi Espíritu sobre toda carne. Además Mi Promesa se debiera recordar, como lo podéis ver, que no solamente Mis discípulos fueron recipientes perceptivos de Mi Espíritu, sino que lo pueden ser todos los hombres; que todos los hombres impelidos por Mi Espíritu, puedan hablar, si en verdad quieren ser siervos y siervas para Mí, si quieren servirme, porque la miseria espiritual de los hombres requiere la ayuda servicial. A esos se lo manifestará Mi Espíritu lo que deban hablar, y a ellos los podéis creer, aunque os anuncien el próximo fin y se presenten de ese modo como videntes y profetas. Pues ahora se cumple, así como está eserito: "Yo derramaré Mi Espíritu sobre toda carne, y siervos y siervas profetizarán, y vuestros mozos verán visiones ..." De modo extraordinario me apareceré Yo Mismo, porque extraordinaria es la gran pena y necesidad espiritual que amenaza a los hombres y porque cada hombre que me ofrece ayuda servicial, puede experimentar en sí el obrar de Mi Espíritu, para que se remedie la gran necesidad espiritual.
Amén
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