8963 ¿Corresponden los Evangelios a la Verdad?
15 de abril de 1965: Libro 94
Esta pregunta que os preocupa es bien comprensible si deseáis moveros dentro de la Verdad. No se puede negar que por todas partes se hayan producido cambios porque Yo no intervengo en la libre voluntad del hombre cuando él mismo introduce modificaciones - en parte como consecuencia de traducciones erróneas y en parte también causadas por el uso del idioma que en todas partes es distinto y que a veces también facilita las interpretaciones más diversas. Y si volvierais a los antiguos textos originales, incluso entre estos se mostrarían diferencias, pero estas no alteran mi Doctrina sino reproducen mis Palabras tal como Yo las había pronunciado, porque estas Palabras mías son y seguirán siendo imperecederas.
Ahora deseáis saber quienes por parte de Mí estaban encargados de anotar mi divina Doctrina de Amor, como también mi modo de Vida. Ahí os digo que Juan –mi discípulo favorito– recibió el encargo directamente de Mí, de modo que él había cumplido directamente con este encargo. Pero también mi apóstol Mateo –el que también sabía escribir– había legado escritos, pero eso más bien refiriéndose a hechos terrenales, por lo que me resultaba en un escribiente igual de fiel. En sus textos se nota pequeñas diferencias, pero eso no se debe ver así como si cada escribiente hubiera visto los acontecimientos de otra manera, sino en estos casos se trata de acontecimientos repetidos en otras ocasiones, pues frecuentemente Yo había repetido lo mismo.
Pero este mismo Evangelio de Mateo todavía os resulta oculto, dado que fue reemplazado por él de un discípulo del mismo nombre al que el Espíritu de Dios incitó a escribir - igual que a los evangelistas Lucas y Marcos que sólo años después anotaron lo que oían sobre Mí y mi Obra de Redención. Podéis estar seguros de que ellos se encontraban en la influencia de mi Espíritu, porque de otro lado nunca habrían entamado semejante obra... Y cada hombre que tiene el espíritu despierto será capaz de reconocer las pequeñas modificaciones que con el tiempo se han introducido; pero siempre podrá atenerse a mis dichos directos porque Yo protejo mi Palabra contra modificaciones.
Aunque ahora también podáis interpretar estas Palabras mías erróneamente –lo que en otras ocasiones también hicisteis pues a las Palabras de Mí pronunciadas les atribuisteis un significado distinto–, pero entonces consta que un hombre que tiene el espíritu despierto siempre las reconocerá como erróneas...
Como ahora sabéis que sin las menores dudas podéis considerar todos los Evangelios como comunicados por mi Espíritu –si tan sólo os queda claro que el proceso de la Revelación está repartido en diferentes épocas– allí veis que el Evangelio de Juan fue el primero que Yo había comunicado; pues como Juan había presenciado todo, también podía informar lo más detalladamente sobre todo ello. En fin, también podéis tener toda confianza en los demás Evangelios pues no se contradicen sino con el tiempo pueden haber sufrido ligeros cambios que sin embargo son insignificantes pues pueden ser reconocidos.
Si los traductores se atienen rigurosamente a los antiguos textos originales y si no cambian las palabras conforme el uso del idioma, entonces se puede suponer que los Evangelios se mantienen puros; pero aun así hay que evitar estos cambios, porque estos pueden interferir considerablemente en el sentido. También la preparación de “explicaciones” requiere un espíritu despierto... para eso no sirve tener unos estudios mundanos aunque estos rocen caminos espirituales...
Pero cada vez de nuevo se encuentra “explicaciones” que desvían de un pensar correcto. Pues hay numerosos textos que han encontrado interpretaciones meramente mundanas, a pesar de que había que comprenderlos de manera puramente espiritual - lo que, por supuesto, siempre sólo se refiere al texto en cuestión, para el que las explicaciones habían sido preparadas.
Por la causa de la libre voluntad del hombre Yo no puedo interferir, pero a ser posible protejo la Palabra que Yo había hablado en mis tiempos en la Tierra, para que os la pueda comunicar a vosotros, los que deseáis vivir en la Verdad. Preguntas como esta siempre sólo hará el hombre que va en serio, el que no se conforma con lo escrito de lo que no conoce el origen... pero que mediante tales preguntas siempre demuestra que ama la pura Verdad - de modo que también me ama a Mí mismo, por ser Yo la eterna Verdad misma...
Amén.
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