8733 Dios mismo es la Fuente de las Revelaciones
23 de enero de 1964: Libro 92
Cada vez de nuevo recibís de Mí la garantía que podéis entrar en posesión de la pura Verdad si esto tan sólo es vuestra voluntad propia. Que os conste que Yo puedo fácilmente mandar la Verdad a la Tierra porque tengo el Poder para ello. También podéis tener fe en que mi Amor inconmensurable me estimula a regalaros la pura Verdad, porque únicamente mediante el amor podéis alcanzar la Vida eterna.
Aunque Yo ponga condiciones con las que hay que cumplir para llegar a la Verdad, también sé muy bien quién puede cumplir con ellas y quién está dispuesto a ello. De modo que también sé muy bien elegir el medio más conveniente mediante el cual puedo transmitir la pura Verdad a la Tierra. De modo que de ninguna manera debéis dudar de todas comunicaciones que os llegan del Reino espiritual - y sospechar que estén mezcladas con errores... sino que con mi Ayuda podréis examinar a cada una, es decir, podéis invocarme a Mí mismo para que Yo ilumine vuestro espíritu - el espíritu de aquellos que quieren examinar las comunicaciones.
¿Pero cómo iría vuestro asunto si para vosotros, los hombres, no existiera la posibilidad que la pura Verdad no adulterada puede llegar a la Tierra? Mientras vosotros reconozcáis a un Dios que, Él mismo, es la Verdad, de este también podéis solicitar y reclamar la Verdad, dado que es un Dios del Amor, de la Sabiduría y del Poder... un Dios que quiere recuperaros y que también sabe todos caminos y remedios para alcanzar su finalidad - un Dios que también tiene el Poder de ejecutar todo lo que el Amor y la Sabiduría decidan.
Pero los seres humanos deben tener fe en Mí, su Dios y Creador, El que como Padre vuestro quiere facilitaros todo que necesitáis para madurar y llegar a ser bienaventurados; donde lo más importante es la Verdad, la que cada uno puede recibir si la anhela seriamente... Pero si dudáis acerca de que os pueda llegar la pura Verdad... si siempre sospecháis la interferencia de fuerzas contrarias, entonces también me disputáis mi Amor, Sabiduría y Poder, y adjudicáis la soberanía a mi adversario - la que también posee ante aquellos hombres que no me anhelan seriamente a Mí... los que todavía adjudican al adversario el poder sobre ellos...
Debéis ser conscientes si vuestro deseo por la pura Verdad realmente es muy profundo. También debéis saber que vuestro mero intelecto, sólo, no es capaz para hacer un examen. Pues debéis permitir que se explique el corazón - el que con toda claridad os dirá qué podéis aceptar como Verdad; porque vuestro intelecto todavía puede involucrar ideas erróneas - ideas donde no estáis dispuestos a deshaceros de ellas. Pero entonces tampoco podéis hablar de un serio deseo de Verdad; porque debéis deshaceros de todo saber hasta ahora obtenido en posición social, y solamente debéis desear de Mí la pura Verdad.
Entonces recuperaréis todo que corresponde a la Verdad; y llegaréis a ser conscientes de todas las relaciones en toda claridad; y sólo entonces, bienaventurados, os daréis cuenta que poseéis la Verdad...
Hay mucho “bien” espiritual que se divulga como “Verdad”, sin que esto fuera justificado - razón por la que hay que examinar todo. Sólo que vuestro mero intelecto no es apto para esto. Pero si os unís íntimamente conmigo, deseando la Verdad, Yo puedo dilucidar vuestro intelecto; y entonces también vuestro pensar corresponderá a la Verdad, de modo que también podréis dar un juicio correcto.
¿Qué aspecto tendría la Tierra si la comunicación de la pura Verdad desde las Alturas no fuera posible? Entonces, de todos vosotros, Yo no podría pedir cuentas... entonces el adversario tendría todo poder sobre vosotros, y nunca ya tendríais la posibilidad de encontrarme, de amarme y de uniros conmigo, pues todo esto lo impediría el príncipe de las tinieblas.
Pero mi Luz rompe también las tinieblas... mi Luz irradia de las Alturas a la Tierra - un derrame de Luz en el que puede bañarse cada ser humano... Pues siempre será únicamente la Verdad que difunde la Luz, y por eso siempre podréis estar seguros de que Yo –que soy la Luz misma desde todas eternidades– también la irradio en forma de mi Palabra que es la Verdad más pura, encaminada a aquellos que realmente desean la Verdad.
Esta es la condición que Yo impongo. Porque el que desea la Verdad me desea a Mí mismo... él permite que Yo esté presente en él porque también está colmado de amor a Mí, pues su voluntad está orientada a Mí. Él procura a huir del adversario –del príncipe de las tinieblas– de modo que también de toda clase de errores en que reconoce la actividad del adversario.
Seguro que a ningún ser humano privaré de la Verdad, porque cada hombre debe volver a llegar a la Luz, al reconocimiento más claro - de modo que debe volver a entrar en su estado primario en el que desde el principio era indeciblemente bienaventurado.
Amén.
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