Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/8499

8499 La Palabra sonora requiere un elevado estado de madurez...

17 de mayo de 1963: Libro 89

La mayor ganancia de una persona en la vida terrenal es la de escuchar la voz de Dios en sí mismo, porque es prueba de que el orden divino se ha restablecido, en el que estaba el ser original cuando fue creado y estaba conectado directamente con su Dios y Creador, para que Su voz pudiera resonar en el ser.

Pero mientras este ser todavía camine por la tierra como ser humano, también debe aumentar el grado de perfección para poder escuchar esta voz divina resonando dentro de sí mismo, porque esto requiere un alto grado de madurez, que sólo unos pocos humanos logran en la tierra. Sin embargo, la transmisión mental de la Palabra por parte de Dios es prueba de que el hombre está celoso en la búsqueda de la madurez del alma, que ha establecido el vínculo con su Dios y Creador y, por lo tanto, también es capaz de escuchar el discurso divino...

Sin embargo, el estado original del ser era un estado de perfección, que fue convertido en lo contrario por el ser mismo... Y así el ser también perdió la capacidad de escuchar la voz de Dios, a través de la cual el Ser supremo Se comunicaba con Su criatura en el principio... Y mientras el ser escuchaba la voz de Dios, también era sumamente feliz... Porque mientras permanecía en el conocimiento, lo sabía todo, se reconocía a sí misma como una criatura de un Ser supremamente perfecto, y era dichoso en este conocimiento...

Cuando perdió la capacidad de escuchar Su voz, también perdió todo conocimiento, se fue alejando más y más de Dios y ya no supo nada de sí mismo porque también perdió la conciencia del “yo”, cuando fue disuelto con el propósito de volver a Dios y se formó de nuevo en creaciones de la más diversa índole. Y todo esto tampoco lo sabe el ser humano cuando pisa la tierra como última etapa de su camino de regreso a Dios... Pero este conocimiento se le puede impartir, y entonces esto sucede a través del discurso interior, a través de su espíritu, que como parte de Dios está conectado con el Espíritu Padre desde la eternidad, que puede volver a dar al hombre conocimiento desde dentro de lo que era originalmente, lo que es ahora, y lo que ha de llegar a ser de nuevo...

Y esta instrucción interior le llega en forma de pensamientos, mientras no haya logrado todavía la madurez del alma, que presupone oír el discurso de Dios. Pero el hecho de que se le permita obtener este conocimiento, que le sea transmitido a través de la obra del espíritu en el hombre, es un don de gracia tan increíble de Dios, que debería animar para lograr una madurez más alta, y que también hace posible de poder escuchar el discurso directo de Dios. El ser humano puede ser introducido mentalmente a la verdad, al reconocimiento correcto de todo lo que de otro modo le queda oculto... Todos sus pensamientos pueden ser dirigidos de tal manera que se acerquen a la verdad y el ser humano también está convencido de la verdad de su pensar...

Pero también puede ser abordado directamente por Dios, cuando nuevamente ha de cumplir una misión: transmitir conocimiento verdadero a los semejantes que carecen de conocimiento espiritual... Entonces la Palabra vuelve a resonar en él, como al principio, él puede intercambiarse con Su Dios y Creador; él puede preguntar a Él y recibirá una respuesta y tanto él mismo como sus semejantes ya no caminan en las tinieblas, se les encenderá una luz en ellos que ilumina intensamente a través de la noche, en la que todavía camina todo lo espiritual una vez caído, que aún no ha establecido la conexión íntima con la fuente de Luz desde la eternidad...

Todos vosotros, los humanos, debéis saber que una vez pudisteis mantener un intercambio directo con vuestro Dios y Creador; debéis saber que en cualquier momento también podéis volver a restablecer el estado de poder hacerle preguntas y recibir una respuesta, pero eso depende de vosotros mismos si os formáis de tal manera que seáis dignos del discurso directo de Dios, porque tenéis que volver a entrar en la ley del orden eterno de la que una vez salisteis voluntariamente... Tenéis que dejar prevalecer nuevamente el principio del amor en vosotros, y a través del amor os uniréis con Aquel, Quien es el Amor Mismo... Y cuando estáis unidos a Él, entonces también Le escucharéis porque Su amor es tan profundo, que quiere deleitar continuamente a Sus criaturas con Su discurso...

Pero entonces también está asegurado el regreso a Él, porque el deseo del ser humano de volver a la casa del Padre, de la cual una vez salió voluntariamente, se hará cada vez más fuerte, y Su Palabra tendrá también tal fuerza que el ser humano o su alma no se puede eludir de Su influencia... Y se perfeccionará más y más y asumirá de nuevo su ser original, volverá a ser lo que era en el principio... un ser lleno de alegría que alabará y glorificará a Dios por toda la eternidad...

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise