Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/8187

8187 Tesoros espirituales en el reino del más allá....

27 de mayo de 1962: Libro 86

Y verdaderamente se os debe revelar el reino de la luz cuando cambiéis la vida terrenal por la vida en el reino del más allá.... Y entonces irradiará brillantemente a vuestro alrededor, y cualquier oscuridad o crepúsculo os habrá abandonado.... Y entonces podréis irradiar la luz allí donde notáis almas en las tinieblas, donde no hay felicidad ni bienaventuranza, porque sólo la luz puede preparar esa, donde Mi rayo de luz de amor puede brillar y hacerse eficaz sin encontrar resistencia....

Entonces poseéis un conocimiento amplio, y ahora podréis transmitir este conocimiento a aquellos que carecen por completo de conocimiento, que mantuvieron sus corazones y oídos cerrados en la Tierra cuando se les fue traído el conocimiento correcto, la verdad de Mí. Mi poder de amor en la Tierra encontró resistencia en ellos, y el resultado fue que no captaron ni un rayo de luz, que ellos mismos no pudieron ser irradiados con luz y que tendrán que pasar al reino del más allá en un estado mental oscuro e eclipsado cuando haya llegado la hora de su muerte terrenal.

Entonces son pobres en bienes espirituales, no pueden mostrar ningún tesoro espiritual, ellos mismo son pobres en amor, es decir, pobres en luz y pobres en sabiduría, pobres en un conocimiento que es lo único que puede hacerlos felices en el reino espiritual, porque significa el tesoro de gracia con el cual ellos mismos pueden trabajar y hacer nuevamente felices a las almas con la luz y la fuerza, que ahora puede surgir para ellos de un conocimiento correcto de Dios. Porque vivís en la Tierra para acumular tesoros espirituales para vosotros mismos que determinan vuestro grado de felicidad en el reino del más allá, con los que podéis trabajar nuevamente por vuestra propia felicidad. Y por eso no debéis pasar por alto este tesoro de gracia inaudito, porque se ofrece a todos vosotros....

Yo sé dónde hay corazones que están deseos de aceptar tales dones de gracia de Mí.... y verdaderamente Yo los guío a través de mis dones de gracia de manera desmedida.... No pasaré por alto a nadie, porque quiero que sean felices de poder entrar en el reino de luz después de su muerte física, porque la luz sola significa bienaventuranza, y la luz sólo consiste en el conocimiento verdadero, pero que, sin embargo, tengo que transmitir Yo Mismo a los seres humanos, porque de otra manera no se puede obtener en la Tierra.

Y debéis respetar y apreciar este gran don de gracia cuando se os ofrece, porque trato de llevar la luz a todos vosotros que os debe hacer felices ya en la Tierra y un día en el reino del más allá. Pero una luz adecuada sólo puede surgir de Mí y, por tanto, prestad atención si y cómo se os enciende una luz correcta, y comprobad dónde ha tomado su salida, porque lo que surge de Mí tiene que ser una luz correcta del cielo, debe haceros felices, y por tanto, tiene que ser un tesoro de gracia de un valor inconmensurable, porque lo que surge de Mí, proviene de la fuente eterna de poder y luz y, por tanto, nunca puede quedar sin efecto; debe poneros en un estado de fuerza y luz, que es un estado de bienaventuranza para vosotros.

Y tratad de conseguir este tesoro de gracia, abríos si este amor Mío quiere irradiar hacia vosotros, estad dispuestos a recibir, y se os permitirá recibir sin restricción, porque es Mi amor de Padre el que os reparte esto. Mi amor es verdaderamente sin medida, y por eso vosotros también podréis recibir ilimitadamente, siempre que abráis vuestros corazones para recibir los dones de gracia que fluyen hacia vosotros de Mi amor paternal, porque éste quiere despertar en vosotros el amor a cambio, porque Yo también quisiera encontrar la felicidad a través de vosotros, hijos Míos, por cuyo amor cortejo siempre y constantemente, porque una vez emanaseis de Mi amor y este amor no terminará nunca de añorar a sus hijos para recibir también su amor.... Porque Mi amor es infinito y nunca os abandonará para siempre....

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise