Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/7780
7780 La Luz descendió a la Tierra
24 de diciembre de 1960: Libro 81
El mundo se encontraba en cadenas... Comprended que ningún ser humano que pasó por la Tierra y que vivía en el mundo de Lucifer –el mundo que conservaba lo espiritual caído– podía liberarse de las cadenas de Satanás. Este mantuvo a todos atados y eternamente nunca los habría soltado porque él no alimentaba amor alguno. Pues en él sólo había odio y oposición contra Mí que soy el eterno Amor del cual también él había surgido.
El mundo se encontraba en cadenas... y por eso Yo mismo descendí a la Tierra para romper estas ataduras... para reventarlas... para ayudar a los caídos para que pudieran volver a las Alturas... para salvar los hombres del poder de Satanás.
Que Yo había descendido a la Tierra fue una Obra de máxima Misericordia, porque los hombres mismos tenían la culpa de su estado de desgracia, dado que hace tiempos remotos ellos le habían seguido voluntariamente. Se hallaban en tinieblas, y ni la menor Luz tuvo acceso a estos caídos. Por eso Yo mismo me compadecía de ellos y les encendí una Luz para mostrarles el camino que lleva a Mí - el camino de regreso a su Padre al que hace tiempos remotos habían abandonado voluntariamente. Por eso la Luz misma había descendido a la Tierra...
La eterna Luz se encarnó en un Niño para emprender el camino como Hombre en esta Tierra, de modo que el Niño Jesús se hizo Envoltura para Mí... Me serví de la forma humana para llevar a cabo la Obra de Redención... para vencer a mi adversario en guerra abierta y arrancarle todas aquellas almas que tenían la voluntad y el deseo de regresar a Mí...
Yo pagué el precio de compra para estas almas... Yo sacrifiqué mi Vida en la cruz... Yo rescaté estas almas de mi adversario... con mi Sangre... Pues Yo emprendí el camino por la Tierra como Hombre, con el Nacimiento del Niño Jesús, que aconteció de una manera tan extraordinaria - ya porque este Hombre Jesús también tenía que cumplir con una Misión extraordinaria: Servirme a Mí mismo de Envoltura porque la humanidad pecaminosa no habría podido soportarme en la Plenitud de mi Luz, por lo que la Luz desde la eternidad tenía que cubrirse.
Aun así el Niño Jesús ya irradiaba una Luz extraordinaria - pero solamente visible a aquellos que por un modo de Vida en el amor eran aptos a soportar la Luz... los que por eso también estaban admitidos en mi Cercanía, pues Yo sabía quienes tenían esta madurez. A estos los atraje a Mí - los que ahora me homenajeaban a Mí como Niño en el pesebre como a su rey, porque sus simples almas me reconocieron y me adoraron.
Y mi Nacimiento se realizó encubiertamente porque la Plenitud del Espíritu que penetró al niño Jesús cuando nació permitió los acontecimientos más sobrenaturales; de modo que algunos pocos podían reconocer que las predicciones de muchos profetas estaban cumpliéndose... los que anunciaron al Mesías que iba a traer la Salvación a muchos hombres que se encontraban en gran tribulación.
Aquellos que todavía creían en un Dios y cuyos corazones estaban dispuestos a actuar en el amor, ellos esperaban a su Mesías ardientemente, y tras mi Nacimiento sus esperanzas se les cumplieron. Pero ellos no sabían que Yo mismo había descendido a la Tierra... pues no sabían que su Dios y Creador se encontraba en el pesebre delante de ellos - aunque se hayan sentido conmovidos por un temor sagrado y todo su ser los haya empujado hacia el Niño en el pesebre. Pues desde el Niño les llegó la Irradiación de mi Amor, el que conmovió sus corazones...
Mi Misión empezó distribuyendo Amor, para despertar de esta manera el amor recíproco en los seres humanos. Me cargué con la vida como Hombre... me adapté a todas las leyes naturales... conscientemente fui por un camino terrenal cuya Finalidad era el calvario en la cruz... y aunque de vez en cuando se haya traslucido y manifestado mi Espíritu, Yo tenía ninguna ventaja ante los demás seres humanos, porque tenía que esforzarme a sobreponerme a todo lo no-espiritual que me asediaba, igual que esto está exigido de vosotros los hombres; porque Yo quería vivir ante vosotros una Vida ejemplar - la Vida que corresponde a la Voluntad del Padre que estaba en Mí...
Yo también tenía que formar y espiritualizar mi cuerpo carnal de manera que el eterno Amor pudiera tomar morada en él. Y mi paso por la Tierra me ofreció continuamente ocasión para ello... pues he realizado mi Vida como “Hombre” para que vosotros los hombres sigáis mi Ejemplo y preparéis vuestro cuerpo humano para servir de recipiente para el Espíritu divino... Tal como también Yo lo debía hacer en mi Infancia y en los años antes de mi Actividad - de la propia Enseñanza.
Y el Padre ha tomado morada en el Hombre Jesús que se había formado de tal manera que me servía de paradero; de modo que Yo como Hombre Jesús así estaba “colmado del Espíritu”, y enseñaba y hacía milagros porque el Padre mismo estaba en Mí - lo que cada uno puede conseguir si tan sólo tiene la seria voluntad de servir al Espíritu divino de receptáculo en el que este puede derramarse.
Entonces también cada ser humano es capaz de liberarse de las ataduras del adversario, porque tan pronto como en Jesucristo ha establecido la conexión conmigo, Yo mismo suelto estas ataduras y le libero. Porque Yo he pasado por la Tierra para redimir a los seres humanos... Yo les he traído la Luz para que ahora también encuentren el camino que lleva a Mí y para que puedan irlo - el camino del regreso a la Casa Paternal.
Amén.
Traducido por Ion Chincea