Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/7511

7511 Comprensión de los problemas espirituales.... Encarnación....

30 de enero de 1960: Libro 79

El problema de la encarnación de Dios en Jesucristo puede explicarse a cada uno si el maestro se sirve de Mi Palabra que os ha sido transmitida desde lo alto.... Pero que se comprenda depende de la voluntad del que está siendo enseñado, de la madurez de su alma, el grado de su amor, que le da la correcta comprensión al respecto. Porque no es el conocimiento que acepta lo decisivo para poder penetrar en este problema, sino la voluntad de su alma, que debe tener una cierta preparación para poder adaptarse positivamente al divino Redentor Jesucristo, Quien Me albergó en toda plenitud dentro de Sí Mismo cuando caminó sobre la tierra. Y esta preparación del alma produce el amor, que es como una luz brillante que irradia a través del alma y la ilumina....

Para explicar la encarnación de Dios se requiere el despertar del espíritu, tanto del maestro como del que va a ser enseñado, porque un ser humano que aún no ha despertado en espíritu también está completamente ciego y nunca lo entendería si se le explicará a él con sinceridad. Por eso hay tan poca comprensión entre los seres humanos de este problema y de la obra Redentora de Jesucristo, porque sólo hay unos pocos que son capaces de formarse una idea correcta, precisamente porque el espíritu de la mayoría aún no está despierto.

Y por eso la mayoría de los hombres sólo ven mi encarnación desde la perspectiva de que Yo le di al ser humano Jesús capacidades que le permitieron realizar una obra inusual. De modo que sólo ven a Jesús como un hombre con objetivos éticos elevados y capacidades inusuales; Pero el hecho de que la Deidad Eterna estuviera oculta en este hombre les resulta incomprensible y, por tanto, poco creíble. Por lo tanto, normalmente formarán dos términos bajo “Jesucristo” y “Dios”, de donde surge la doctrina errónea de una Deidad tripersonal, que no puede ser refutada fácilmente porque la comprensión correcta implica el despertar del espíritu y éste sólo puede ser despertado a través de una vida en el amor.... pero el amor se ha enfriado entre los seres humanos, como se ve claramente en el último tiempo antes del fin....

Y, sin embargo, la comprensión correcta es tan necesaria para entregarse completamente a Jesucristo como ser humano, para conocerme y reconocerme en Él y tener así la seguridad de alcanzar la vida eterna, porque: ”Quien cree en Mí, tiene la vida eterna”.... Es por eso que los humanos primero deben esforzarse por vivir en amor, entonces Mi palabra pura les podrá ser transmitida, y entonces cada problema que se transmite a los hombres en Mi nombre les será fácilmente solucionable y comprensible.

Y el amor sólo está encendido débilmente en la tierra, y por eso hay tanto error y tanta incomprensión a pesar de que la pura verdad viene transmitida desde arriba. Porque hasta que la llama del amor ilumine el corazón humano, la verdad no podrá afianzarse; es tan incomprensible para los humanos como las enseñanzas erróneas que intentan resolver estos problemas de manera incorrecta. El humano entonces no sabe distinguir la verdad del error, lo cual le resulta fácil cuando su espíritu está despierto, cuando a través de una vida de amor es capaz de escuchar dentro de sí la voz de su espíritu, que ahora abre su pensamiento y lo guía correctamente.

Siempre es el amor lo decisivo, y una persona que vive en el amor siempre encontrará completa comprensión para todas las correlaciones, pero sin amor será ciego en espíritu, y las instrucciones más claras no le servirán, porque no las puede comprender. Por lo tanto, primero esforzaos por vivir una vida correcta de amor, y luego desead la verdad, y ésta os llega clara y comprensiblemente, porque entonces recibiréis conocimiento desde dentro que os dará la luz más brillante, que comprenderéis y que os hará felices, y entraréis también en la justa relación con Jesucristo y por Él también Conmigo, Que Me he encarnado en el hombre Jesús y reconocerle a Él también es reconocerme a Mi mismo que una vez os llevará a la felicidad, de regreso a casa de vuestro Padre....

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise