7448 Dios exige reflexión
6 de noviembre de 1959: Libro 78
Si percibís Mi llamada, no cerréis vuestros corazones, sino oíd lo que Yo quiero deciros a vosotros: Id en juicio con vosotros mismos, y sabréis que os falta, a vosotros los que todavía no os habéis vuelto vivos, de tal modo que Mi Espíritu os pueda enseñar desde dentro. Todos vosotros podéis estar realizados por Mi Espíritu, porque la chispa de Mi Espíritu divino de Padre yace en vosotros, en cada uno de los hombres, igual si él la ha encendido o si la deja extinguir, ella está en vosotros, y sólo requiere un pequeño fuego de amor en vosotros, para que la encendáis y se haga una llama resplandeciente. ¿Habéis dado ya, a esta chispa en vosotros, la posibilidad de que se encienda? Entonces ella tendría que emitir un débil resplandor también, y en ese débil resplandor de luz reconoceriáis cosas que antes no os eran evidentes.
Yo os hablo a vosotros, a los que andáis todavía en la oscuridad del espíritu, a los que no sabéis de las relaciones que motivaron a vuestro Dios y Padre a poneros en conocimiento a través de Su Espíritu. Yo os hablo a vosotros, a los que no reflexionáis. Pues una reflexión seria, tendría que obligaros a dudar y preguntar, porque tenéis aún un espíritu oscurecido y no habéis encendido todavía la luz en vosotros mismos. ¿Pero reflexionáis? Reflexionad una vez sobre el estado de ánimo mediocre, imperfecto de aquellos que se creen estar al frente y son, sin embargo, tan ciegos que no pueden ser "guías". Reflexionad una vez sobre esto, si un Dios y Creador, quien en Sí es Amor, Sabiduría y Omnipotente, prescindiría de ello, de todo lo que lo atestigua, que declara Amor, Sabiduria y Omnipotencia.¿ Y dónde entrontráis vosotros Amor, Sabiduría y Omnipotencia en la enseñanza de dogmas que os presentan y que son sólo sin embargo, enseñanzas humanas meramente, desfiguradas?
Sólo necesitáis reflexionar profundamente, y se os caerían las escamas de los ojos, de que el gran Espíritu de la Eternidad, el Dios del Amor y de la Sabiduría, no os pondría tales exigencias a vosotros, como los reglamentos eclesiásticos os ordenan. Su única exigencia a vosotros hombres es el cumplimiento del precepto del amor a Dios y el amor al prójimo. Y si cumplís sólo con esta exigencia, entonces amanecerá ya en vosotros, porque así despertáis en vosotros a la vida, la chispa del espíritu (Juan 14, 15-26). ¿Mas dónde buscáis vosotros la Verdad? En los bienes espirituales desfigurados, en doctrinas heréticas y en enseñanzas que dejan manifestar la coerción y obligación espiritual con toda claridad, donde Yo sólo considero siempre la libre voluntad del hombre, porque el hombre sólo puede llegar a la perfección en la libre voluntad. ¿Habéis reflexionado ya sobre eso, de que los hombres están impedidos a que lleguen a ser bienaventurados a causa de todas esas enseñanzas y preceptos promulgados por el hombre? ¿De que el único precepto divino del amor a Dios y al prójimo, lo ponéis generalmente atrás a causa de esos preceptos promulgados por el hombre, y no obstante creéis vivir conforme a la Voluntad divina en la tierra? ¿Habéis reflexionado ya cuál es la trivialidad espiritual que puede originarse entre los hombres y que ya se ha originado, por no pensar y ponerse ellos mismos en contacto y relación con su Dios y Padre para que El los enseñe y guíe? ¿Por qué ponéis siempre en primer plano una obra humana de construcción, que no tiene níngún derecho a ser la Iglesia fundada por Jesucristo?
Es cierto que también entre vosotros pueden estar hombres con una fe viva, cuyo espíritu está despierto y que por eso pertenecen a Su Iglesia, pero esta Iglesia fundata por El Mismo no consiste en una organización que es, claramente, obra de construcción humana. Su Iglesia es la asociación de fieles verdaderos, los que se encuentran, sí, en todas las organizaciones, pero cuyas previas condiciones son muy diferentes a lo que vosotros os creéis. Y si vivís en el amor, entonces también os enseñará el Espíritu en vosotros mismos, y contemplaréis todo clarividentes y oído fino, lo que ahora defendéis y agarráis todavía como "no-despertados." Yo como vuestro Dios y Padre valoro y aprecio a los hombres sólo según su estado o constitución interior, según su vida de amor, según su conocimiento; sin embargo el hombre no debe defenderse contra la luz si se la pone delante. Debe alegrarse y estar dispuesto a encederse en ella él mismo la Luz de Vida para su alma con eso, pues Mi Amor os entra siempre al encuentro, en forma de una Luz, porque la Luz hace dichosos y porque únicamente la Luz es la Verdad eterna y la Verdad siempre sale de Mí Mismo. De quien Yo soy la Verdad desde la Eternidad.
Amén
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