Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/7442
7442 Remisión del pecado por Jesucristo
31 de octubre de 1959: Libro 78
Todos vosotros podéis conseguir de Mí la remisión de vuestros pecados si tan sólo la anheláis seriamente y, en Jesucristo, seguís el camino a Mí - en Jesucristo que por todos vuestros pecados ha muerto en la cruz. Era una enorme carga de pecados con la que Yo me fui a la cruz porque se trataba de los pecados de toda la humanidad del pasado, del presente y del futuro con las que Yo me había cargado... se trataba del pecado original de toda la humanidad, como también de todos los pecados de los hombres individuales que estos han cometido en la Tierra. Pues Yo cargué toda culpa en mis hombros y así me fui a la cruz...
Y por mucho que un pecado pesaba, Yo mismo me cargué con él porque Yo quería redimiros de toda vuestra culpa... porque Yo quería devolveros la pureza del corazón - única en que podíais volver a acercaros a Mí y verme de cara a Cara. A todos vosotros Yo quería limpiaros de vuestra culpa... Yo quería expiar todos los pecados que os agobiaban e inevitablemente os apartaban de Mí, porque Yo no puedo unirme con el pecado... Por eso Yo expié toda culpa mediante mi Obra de Redención; pero aun así exijo de cada ser humano la propia voluntad que fuese redimido...
Por eso cada hombre debe reconocer su culpa de pecado, la que le mantiene muy alejado de Mí, y debe pedirme perdón de su culpa... porque sin el reconocimiento de su culpa y sin rogar por perdón no reconoce el sacrificio del hombre Jesús, en la cruz, por lo no hay manera de perdonarle su culpa de pecado.
De modo que vosotros mismos debéis querer que lleguéis a ser redimidos, y en esta voluntad debéis venir a Mí en Jesucristo y rogar por vuestra redención... Entonces seréis liberados de toda culpa... seréis libres de toda debilidad y sujeción en la que mi adversario os ha detenido durante tiempos eternos... estaréis liberados de tinieblas porque la Luz de Cristo os penetra. Se encenderá en vosotros el amor que llegará a brillar como una llama clara, porque aquel que carece de todo amor ya no os tiene en su poder, mientras que Aquel que es el Amor mismo, Él ha venido a vosotros. Y Él hace que su Luz penetre en vuestros corazones porque estos ahora han quedado purificados... porque Jesucristo ahora ha redimido la culpa y, si vosotros vivís el amor, vuestros corazones han llegado a ser un templo de Dios...
Y una vez que Jesucristo os haya redimido de toda culpa, también llevaréis una Vida en amor conforme a su Voluntad y Yo mismo tomaré morada en vuestros corazones que, mediante vuestro amor, me habéis preparado como templo. Pero es indispensable que antes hayáis pedido y conseguido la remisión de vuestros pecados. Las verdaderas ansias por esto os aseguran la remisión total, porque Jesucristo atiende cada llamada que llega a Él de un corazón cargado de culpa.
Yo os oigo y con mucho gusto os hago caso; Yo redimo vuestra culpa y os atraigo a mi corazón porque vosotros ahora formáis parte de los redimidos, para los que vertí mi Sangre en la Tierra. Yo os exijo únicamente la confesión de vuestra culpa, lo que ni es tan difícil porque todos vosotros sabéis que sois seres débiles y desgraciados, los que en la Tierra todavía se arrastran en tinieblas de espíritu y de una manera no libre... eso mientras aún no hayan logrado redención mediante el Amor de Jesucristo, en El que Yo mismo me he encarnado en la Tierra.
El Amor del Hombre Jesús para con sus semejantes era tan enorme que para los pecados de cada uno Él quería sacrificarse a Sí mismo... que quería redimir a los semejantes para volver a despejarles el camino a su Padre que moraba en Él... Su Amor era tan enorme que quería facilitar a cada ser humano la Bienaventuranza, la que únicamente podía ser encontrada con el Padre... Y su Amor era tan enorme que le permitió cargarse con los sufrimientos y la muerte, más amargos, para expiar de esta manera la culpa que había producido un abismo intransitable entre Yo y los seres... un abismo sobre el que antes de todo había que tender un puente, lo que Jesús realizó mediante su Obra de Redención y su Amor inconmensurable.
Él ha establecido el Puente entre los seres humanos y Yo... Él les ha facilitado a llegar al Padre, y por toda culpa Él ha derramado su Sangre en la cruz, para que todos los seres humanos puedan llegar a ser bienaventurados... Por eso desead seriamente a deshaceros de vuestra culpa de pecados, reconoced y confesad vuestra culpa para llevarla a la cruz, y para invocar al Redentor divino Jesucristo por remisión...
Y, cuando vuestra vida terrenal esté terminada, purificados podréis volver a entrar en el Reino de Luz... pues iréis el camino hacia Mí - el camino al Padre en que Jesucristo se ha adelantado a vosotros... el camino que su Amor ha preparado... el camino que cada uno tiene que seguir si quiere llegar a ser bienaventurado...
Amén.
Traducido por Ion Chincea