Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/7290
7290 Para franquear el abismo en el Más Allá: Jesucristo...
22 de febrero de 1959: Libro 77
En el Mundo espiritual existe un enorme abismo entre aquellos que en su vida terrenal se habían mantenido lejos de Mí, y aquellos que ya habían encontrado el camino hacia Mí, los que con un vestido de Luz podían entrar en el Reino espiritual. Estos mismos pueden muy bien ver a los otros y darse cuenta de su estado desgraciado. Pero estos otros se hallan en un reino donde no ven más que a sí mismos y a otros seres espirituales de la misma índole que riñen y disputan, con lo que ellos mismos se fastidian su existencia y no pueden experimentar la menor bienaventuranza.
Estas almas nunca ya podrán volver a ver a antepasados, a los que querían, si estos al dejar la Tierra atrás ya habían logrado un grado de maduración más elevado; de modo que también estas almas antes tienen que alcanzar cierto grado de maduración antes de que pueda realizarse un reencuentro feliz...
De modo que se trata de dos mundos habitados por tales almas, aunque se trate de un Reino espiritual en el que todas las almas entran después de la muerte del cuerpo... pues se trata de dos mundos que se hallan muy lejanos entre ellos - lo que no se debe entender como una gran distancia sino sólo referente el estado de cada uno de estos mundos.
Se trata de un abismo enorme, pero aun así alguna vez hay que franquearlo. Para eso cada vez de nuevo deben descender seres del Reino de Luz –sin ser reconocidos– para que intenten a realizar en estas almas su tarea de Salvación, la que consiste en inducirles que deseen a soltarse de su ambiente y, con su libre voluntad, sigan a estos seres de Luz que entonces procurarán acercarlos más y más a su propio entorno.
Es decir, los seres de Luz deben informar a las almas de las tinieblas sobre el Redentor divino Jesucristo y su gran Obra de Gracia que también está realizada para ellas, si ellas mismas tan sólo lo desean... Sólo entonces el abismo entre ellas y Yo, entre el reino de las tinieblas y el Reino de la Luz se disminuirá... y sólo entonces el alma procede en el camino que sale de las profundidades para llevar a las Alturas. Porque sólo entonces la Gracia de la Obra de Redención surtirá su efecto en ellas, y también contribuyen para que poco a poco entren en un estado de maduración en el que ahora ellas mismas pueden y quieren contribuir para trabajos de redención porque de esta manera luego quieren “pagar” su culpa de gratitud, la que a ellas mismas incita a que estén disponibles para ayudar a aquellos seres desgraciados que todavía languidecen en las profundidades.
De modo que hace falta franquear el abismo, y no hay más que un solo puente: Jesucristo, el Redentor divino... Cada uno que se pone en camino a Él, también se pone en camino a Mí, aunque en la Tierra no me quería reconocer o todavía se hallaba muy lejano de Mí. Únicamente vía Jesucristo puede regresar a Mí, por lo que Él es el Puente que de la parte oscura lleva al Reino de Luz...
De esto deberían ser conscientes todos los seres humanos que en la Tierra se imaginan que están en contacto conmigo pero que aun así no han encontrado la actitud correcta ante Jesucristo... los que sólo según el nombre se llaman cristianos pero que en realidad no han establecido una conexión íntima conmigo en Jesucristo; de modo que aún no se han servido de la Gracia de la Obra de Redención, por lo que tampoco pueden hablar de una Redención de su culpa original... Estos, cuando hayan entrado en el Reino del Más Allá, también se encontrarán ante un abismo profundo, porque antes deben buscar y encontrar al Redentor divino para que también a estos los libere de su culpa. Pues en la Tierra estos le profesaron solamente con los labios, mientras que el corazón no participaba.
Pero Yo observo únicamente el corazón, y por muy alto y muchas veces que la boca pronuncie mi Nombre, con eso no permito que se me engañe porque no puedo colocar el alma allí donde en realidad no le corresponde, pues cuando entrará en el Reino espiritual ella verá delante de sí el enorme abismo... o también: no verá nada sino lo que le hacen creer sus sentidos orientados hacia lo terrenal. Y sólo será una ventaja para el alma si lo antes posible puede soltarse y no se opone a las recomendaciones de los ayudantes, de modo que lo antes posible el Redentor divino le puede estar presentado como único Salvador de su situación...
Hay que tender el puente pues el alma debe ponerse en camino a Mí, vía Jesucristo, y mediante Él pasará de manera segura por la Puerta del Reino de Luz - si antes de todo ha franqueado el ancho abismo... si la voluntad la empuja hacia Jesucristo, y si ahora desea la redención, la que encontrará mediante Él. Entonces también ha elegido el camino hacia el Padre... pues Yo acogeré el alma en mi Reino de Luz y de Bienaventuranza.
Amén.
Traducido por Ion Chincea