7278 Penurias y apuros del Hombre Jesús
9 de febrero de 1959: Libro 77
También a Mí el paso por la Tierra como Hombre a veces me ha resultado pesado porque Yo estaba sometido a las mismas leyes como vosotros los seres humanos; pues Yo tenía que luchar contra las mismas debilidades y tentaciones, y no me resultaba siempre fácil el enfrentarme a ellas... a pesar de que mi Corazón estaba colmado de Amor - por lo que también me penetraba la Fuerza divina cuando Yo precisaba de ella. Pero también penas anímicas formaban parte de mi camino por la Tierra, pues si no las hubiera experimentado como vosotros, entonces tampoco habría sido hombre igual que vosotros... Mi Alma tenía que pasar por el proceso de la espiritualización en la Tierra, que llevaba a la Unión total con el Padre... a la Unión perfecta con Él...
Mi Alma, por supuesto, vino de lo Alto; pero se había vestido con carne de la Tierra - con todas sustancias inmaduras de las que en el fondo consiste toda envoltura material... y todas estas sustancias tenían que espiritualizarse, porque con sus seducciones y tentaciones el cuerpo ejercía una influencia enorme sobre el Alma, la que no las podía evadir sino que tenía que resistirles - lo mismo que también toca a las almas de los hombres que quieren ir el camino de la imitación de Jesús para liberarse de pecado y muerte...
Pero hubo luchas pesadas que Yo tenía que resistir... y frecuentemente mi paso por la Tierra pesaba sobre mí de manera que quería hacerme dudar que jamás podría realizarlo hasta el final; pero la Fuerza necesaria siempre la saqué del Amor... Tras mi Amor y su efecto Yo veía el Camino pesado que Yo tenía que ir... pues Yo veía venir la Pasión en la cruz, a título de previsión... y también veía el estado mental de los hombres que me clavaron en la cruz...
Y aun así tuve que continuar mi Camino hasta el fin. Cada vez de nuevo tenía que hacerme dueño de mi miedo y mis debilidades, y aferrarme al Padre para que me fortaleciera en toda desgracia del cuerpo y del alma. Porque igual que vosotros, Yo era sensible para estas tribulaciones - y mucho más aún, porque para Mí la Vida en medio de la humanidad pecadora ya era un tormento... dado que Yo en toda Pureza me hallaba entre aquellos para los que quería morir.
Cuanto más mi cuerpo maduraba... cuanto más íntima estaba la Unión que mi Alma logró con el Padre que estaba en Mí, tanto más clara también me quedó mi Misión, la que bien empecé como Hombre, pero la que terminé como Dios... y con la que pude cumplir porque la Fuerza en Mí aumentó continuamente en la medida en que mi Amor a la desgraciada humanidad aumentaba y cuanto más se me estaba acercando el final.
Y el Amor fue la Fuerza que facilitó que Yo pudiera realizar la Obra de Redención; el Amor era el Padre en Mí, con cuya Voluntad Yo quería cumplir - para ayudar a mis hermanos caídos. Yo continué mi Camino conscientemente; aunque al principio sólo fueron presentimientos y de vez en cuando visiones y pensamientos lúcidos. Pero cuanto más se realizó la espiritualización en Mí, con tanta más claridad Yo veía el Plan de Redención delante de Mí, por el que Yo del Reino de Luz había descendido a la Tierra.
Pero mientras todavía había algo material que se apegaba a mi cuerpo, Yo también tenía que soportar sufrimientos y tormentos terrenales... además, los conflictos íntimos por no sentirme a la altura de mi Tarea. Porque Yo sabía qué significaba eso si Yo fallara en la lucha contra aquel que era el enemigo de todos vosotros y seguirá siéndolo aún durante eternidades.
Sin embargo, Yo he logrado la Victoria sobre él... Me he comprometido con la lucha con dolores y sufrimientos indecibles, y cobré cada vez más Fuerza porque también mi Amor a vosotros aumentó cada vez más - a los que tenéis que sufrir hasta que estéis liberados de él y de su poder. Mi Fuerza aumentó en la medida en que mi Amor aumentó...
Sabed pues que vosotros, los seres humanos, sólo del amor podéis sacar la fuerza necesaria para vuestra tarea terrenal, porque mi adversario siempre procurará a debilitaros, incitándoos a la falta de amor, porque procurará de todas maneras posibles a impediros que realizaseis obras de amor... para manteneros débiles...
Pero entonces acordaos de Mí y que también Yo he luchado contra él... porque él quería debilitarme también a Mí, atemorizándome e insinuándome dudas en que Yo podría reunir fuerzas suficientes para mi Misión.
Entonces sólo hace falta que os dirijáis a Mí, que os ayude, que os fortifique contra el enemigo de vuestra alma, y que os dé fuerza para cualquier lucha en esta vida, sea terrenal o espiritual... Y no vais a pedir en vano porque a aquel que me llama en su desgracia, seguro que le atenderé...
Amén.
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