Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/7218
7218 ¿ Han sido redimidos todos los hombres?
30 de noviembre de 1958: Libro 76
No existe ninguna Redención en general, es sólo y siempre la Redención en particular, la Redención de un ser, el cual siendo perfecto en el principio original, cayó en la profundidad por su propia culpa. Cada ser en particular tiene que querer y ambicionar él mismo, ésta su redención, él mismo tiene que dirigirse, en el estadio como hombre, al Salvador Divino Jesucristo, él tiene que querer ser redimido por El, y dejarse redimir por El. El tiene que tomar el camino hacia la Cruz, para que la culpa de su pecado sea expiado y el camino hacia el Padre esté de nuevo libre para él. Jesucristo consumó, sí, por cierto, Su Obra redentora para toda la humanidad del pasado, presente y del futuro, ningún hombre está excluido de ella. Pero sin embargo, se requiere primero la voluntad particular de cada uno, para que la Obra de Redención sea válida también para él. El hombre no puede ser redimido sin su intervención, sin su consciente intervención, sin su consciente “estar dirigido” al Divino Salvador y sin su consciente petición por el perdón de su culpa. Jesucristo ha redimido la humanidad del pecado y de la muerte.
Mas si esta Obra de Redención, de Su Pasión y muerte en la Cruz hubiese sido sólo necesaria para la expiación total de la culpa, entonces toda la humanidad estaría redimida, y no habría ningún ser desdichado más en el universo completo. Mas al mismo tiempo también estarían todos los seres despojados de su libre voluntad, si estos seres no pudieron decidirse primeamente si la Redención por medio de Jesucristo, la querían o no querían aceptar. Esta decisión tiene que tomar cada ser en particular, y con esta finalidad lleva la marcha del hombre sobre la tierra, en la que él conscientemente puede decidirse también, donde está equipado para ello, con inteligencia y libre voluntad.
Y por eso precisamente en este tiempo, se le hace accesible el saber sobre la Redención por Jesucristo, y la importancia de anunciar en el mundo a Jesucristo, no se debe suficientemente estimar. Lo más importante en la vida terrena, debe influir el pensar y el querer a que sea dirigido a El. Y una vez que haya entrado en el camino hacia El, después terminará él también bajo Su Cruz, y el hombre podrá arrojar el peso de sus deudas, él estará exento de ellas mediante la Misericordia de sé Jesús, porque se las ha llevado a él que ha cargado con ellas, por las que Jesús, el Salvador divino, derramó Su Sangre. Pero ningún otro puede quitarle ese camino, ningún otro puede ir ese camino, en forma de sustituirlo a él.
Jesucristo sólo mira la voluntad del hombre, que anhela su redención del pecado y de la muerte y El corresponderá también a esa voluntad. Pero es equivocado creer que toda la humanidad y todo espíritu está redimido. Es primeramente el ser mismo, quien hace posible la redención. Y tiene que confesar su culpabilidad y pedir perdón de su culpa a El, mientras esto no sea el caso, tanto tiempo serán sólo algunos que podrán ser redimidos por El, pero estos serán inmensamente bienaventurados por siempre. Pues sin la Redención por medio de Jesucristo, no hay ninguna Bienaventuranza, sin el reconocimiento consciente de Jesucristo permanece el hombre en el pecado y en la muerte, hasta que él mismo transforme su voluntad.
Amén
Traducido por Pilar Coors