Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/6802
6802 La vida y la muerte.... anhelando el amor de Dios....
9 de abril de 1957: Libro 73
En un mundo de odio y desamor debéis anhelar Mi amor, que nunca os será negado, que podéis recibir de Mí en cualquier momento porque solo se necesita vuestra voluntad para aceptarlo.... Debéis anhelar mi calor de amor, porque vivís en el ambiente más frio, que no es apto para dar vida ni para mantener la vida, sino que es como un sepulcro de muerte, donde todo lo que aún está vivo también llega a la muerte. Tendríais que acudir a Mí por vuestra propia voluntad, a Mi corazón, para que estéis seguros en Mi corazón.
Pero solo unos pocos piensan en Aquel, Que siempre está dispuesto para ellos, Que quiere darles amor en exceso. Y sólo estos pocos llegarán a la vida y también mantendrán la vida. Porque sólo el amor garantiza la vida, pero el desamor también significa una muerte segura. Quisiera abrazaros a todos con Mi amor para que podáis levantaros a la vida, quisiera daros a todos lo que os hace tanta falta: un amor en cuyo ardor todo lo solidificado cobra vida. Pero mientras Me pongáis resistencia todavía, mientras no os dejéis apoderar de Mi amor, que daréis también en rigor mortis y nunca podréis volver a la vida.
Pero el mundo es propicio para seguir sofocando cada pequeña chispa de amor, porque en ello gobierna Mi oponente, que está completamente desprovisto de todo amor y también hace todo lo posible para poner su esencia en vosotros, que incita a las personas unas contra otras y las empuja siempre hacia pensamientos desamorosos. Y las personas se vuelven hostiles entre ellas, tratan de aprovecharse unas de otras, fortalecen el amor propio y solo lucharán por el amor propio, pero nunca servirán a su prójimo con amor desinteresado.... Se encuentran en medio del mundo, pero no luchan contra sus peligros, se dejan llevar sin voluntad por aquel que no tiene amor.... y no piensan en Mí, que observo con amor infinito el ajetreo y bullicio de la gente y quisiera ayudarla a que abandone la área de la muerte y se vuelven a la vida.
Y siempre solamente es el amor que conseguirá tales cosas, sólo el amor es capaz de dar vida y hacer feliz, porque el desamor nunca será capaz de preparar la verdadera felicidad. Y realmente no debería ser una pregunta para vosotros los humanos Quien os puede dar la verdadera felicidad. No debéis buscarla en el mundo, sino Conmigo, Que soy el amor y la vida desde la eternidad y verdaderamente os puedo dar la vida, si dejáis que irradie Mi amor en vosotros, si vosotros mismos ya no os oponéis, sino que Me abrís vuestros corazones voluntariamente, si vosotros mismos os acercáis a Mí y deseáis estar seguros en Mi amor.
Y vosotros también sentiréis la vida en vosotros desde aquella hora, verdaderamente renaceréis, porque en vosotros también se ha encendido Mi llama de amor y todo lo que estaba muerto en vosotros renacerá a la vida. Y ahora todavía seguís viviendo en medio del mundo, pero ya no el área de la muerte, y vuestro calor de amor también es capaz de dar vida a lo muerto, que abrazáis y queréis arrebatarlo de su rigor mortis. Porque el fuego del amor tiene una gran fuerza, y una persona amorosa es capaz de realizar un gran trabajo de rescate incluso en áreas aparentemente muertas.
Porque una persona que ama siempre está en contacto Conmigo y, por lo tanto, también atrae constantemente esta fuerza.... Por lo tanto, también puede dar Mi amor a este solidificado como un mediador, donde Yo Mismo no puedo encontrar acceso.... Sin embargo, Mi fuente de amor es inagotable y bendecida, quien acude a ella misma, quienes que quieren volver a la vida y por eso huyen junto a Mí para evitar la muerte.... Su esperanza de encontrar la vida Conmigo nunca será defraudada, porque en amor ardiente extiendo Mis brazos y atraigo a Mi corazón a todos los que sufren por el desamor de sus semejantes, los que anhelan el amor y por lo tanto empujan hacia Mí, Quien ahora verdaderamente también dejará que la chispa del amor en sus corazones se encienda al más alto ardor....
amor
Traducido por Hans-Dieter Heise