Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/6667
6667 Manantial de amor de la fuerza divina....
12 de octubre de 1956: Libro 71
Cuando se abren las compuertas del amor divino y deja que su flujo de fuerza de amor fluya hacia vosotros, entonces esta es una prueba de que lo necesitáis, de que os encontréis en necesidad, de la cual sólo esta corriente de gracia os puede salvar. Y será guiado por la sabiduría y el amor de Dios donde puede traer bendición, incluso si se tiene en cuenta el libre albedrío de los seres humanos.... Sin embargo, también hay que tener en cuenta el grado de madurez del ser humano individual que más o menos puede ser capaz de aceptarlo en su corazón y dejarlo obrar. Pero dejad, que esto sea la preocupación de Dios....
Sólo debéis hacer a lo que vuestro corazón os impulsa hacer. Dejad todo lo demás en manos De Dios, Que ofrece a cada persona el alimento adecuado que desea para su alma. Y Él también guía los pensamientos de aquellos que quieren ser activos para Él.... Él también les da a ellos mismos lo que necesitan para trabajar para Él y Su reino. Lo único importante es que cualquier don será transmitido en amor, que nace del Amor Eterno.... Entonces también será de bendición para quien lo reciba, porque el amor siempre hace que el alma direccionada se abre sin resistencia, porque el amor es una fuerza que no se puede resistir....
Del manantial de vida del amor divino fluye constantemente la fuerza de amor a los humanos, y no importa cómo este formada, no queda sin efecto.... aunque a menudo en un momento posterior, cuando el grado de madurez de una persona aún es bajo.... Pero no se pierde nada lo que fluye de la fuente original. Pero quien quiere saciarse con comida más ligera, también la recibirá en el momento adecuado, él sólo necesita presentar esta petición a Dios, a Quien le gusta cumplir los deseos espirituales de Sus hijos.
En el último tiempo antes del fin las corrientes de gracia siempre fluirán más abundantemente porque la obra del enemigo también resulta en difundir el error entre la gente para confundir su pensamiento para ganar en influencia y poder.... Y su obra tiene que ser invalidada, por eso la gente debe ser enseñada espiritualmente, y recibir aclaración sobre muchas cuestiones que el mismo oponente plantea porque mantiene el espíritu de la gente en las tinieblas.
Cualquiera que se encuentre en medio del mundo, también será impulsado por parte del mundo a estas preguntas, que Dios le quiere responder, si Dios es el objetivo suyo.... Él que está apartado del mundo y ha entregado su corazón a Dios, éste no necesita tales explicaciones, porque no duda porque tiene una fe infantil que no puede ser quebrantada.... Pero el mundo avanza en todas partes, y el ser humano que se esfuerza espiritualmente debe ser capaz de distinguir la apariencia de la realidad.... Debe ser capaz de resistir ataques y para eso necesita la fuerza de Dios, que fluye hacia él a través de Su Palabra....
Y cada don que viene de Dios no deja de surtir su efecto, si es deseado y en cuanto es ofrecido en amor. Por lo tanto vosotros, lo que queréis servirle, debéis hacer cualquier trabajo en amor y entonces también tiene un efecto beneficioso. No debéis descuidaros en transmitir el agua viva, que siempre tendrá un efecto vigorizante en todos los que lo desean y lo aceptan con agradecimiento.... Y Dios iluminará el espíritu de Sus sirvientes cuando hacen el trabajo para Él y Su reino, Él les dará lo que necesitan para poder trabajar con bendiciones nuevamente, y también fortalecerá los corazones que se abran al amoroso discurso de Aquel, Que debe ser vuestro objetivo en la existencia terrenal.
Dios mismo determina la comida y la bebida, así como sólo un ser humano desea el alimento para su alma.... Y lo que Él da verdaderamente cumplirá su propósito, dejará madurar el alma y le dará fuerza para la resistencia cuando las acciones del oponente se vuelves obvias.... lo cual Él prevé muy bien, por eso toma precauciones y distribuye alimentos fuertes que os bendecirán en los momentos difíciles....
amén
Traducido por Hans-Dieter Heise