5880 El Amor de Dios sigue a los incrédulos
18 de febrero de 1954: Libro 64
Mi Amor encuentra siempre un camino a vosotros, aun cuando créais que podéis manteneros de Mí ocultos. Si creéis poder caminar sin Mí en esta tierra, estoy Yo de repente delante de vosotros, con frecuencia sin ser por vosotros reconocido. Entonces voy aparentemente Yo con vosotros el mismo camino, pero imperceptiblemente os aparto de él, y si os fijáis más en Mí que en el camino que váis siguiendo, os encontráis ya en el buen camino, y lo seguís después conscientes también, si con mirada clara miraís alrededor. Estas Palabras están dirigidas a los hombres, a quienes aún les falta toda creencia en Mí, los que en cierto modo me han expedido para que ellos puedan vivir libres y sin estorbos sin la consciencia de responsabilidad frente a un alto Poder. Pero de repente se encuentran ante un apuro, y ese apuro lo induce a que se ocupe mentalmente con preguntas.
Yo Mismo, pues soy, quien a través de ese apuro lo induzco a ello, y Yo le presento todas esas preguntas, las que ahora él trata de responderse, y puede cambiarse ahora el orden de sus ideas, imperceptiblemente puede él ser impulsado en otra vía espiritual, sin que él mismo se dé todavía cuenta que está a punto de dejar el otro camino. Y cuando se haya dado cuenta de eso, acepta con agrado y continúa por él. Él obtiene otra imágen, su ojo espiritual lo mira y se lo reproduce claramente irradiado, él consigue creer en Mí, y Yo, a través de Mi Amor, lo he ganado, Mi Amor que sin cesar lo siguió también en los caminos oscuros. Mientras el hombre permanezca en la tierra Yo no lo doy por perdido, y él tampoco puede sustraerse a Mi Asistencia por tanto tiempo. El puede sólo apartarse terco y rechazar por eso Mi Amor con el que Yo quiero ganarmelo, y entonces sólo puedo retirarlo de la vida terrena, si él se encuentra en el peligro de que baje y junto a su incredulidad tome el camino hacia abajo, es decir, que abandone su conducta tolerable y se deje persuadir por Mi adversario a hechos malos.
Y por eso dejan muchos hombres la vida terrena prematuramente, porque Yo desde la eternidad conocía, hasta cual era el instante de un cambio de su carácter a hacia lo bueno aún posible, y porque el grado de madurez alcanzado Yo no quiero exponerlo a un peligro, que le aportó al hombre un justo y limpio modo de vivir, aunque deje atrás el camino terrenal incrédulo por completo. Mientras aún exista la posibilidad de convertirlo de su incredulidad, no anda sin Mí ningún camino, sólo que él no me reconoce, hasta que Yo le haga frente evidentemente de la forma nombrada. Y él me reconoce entonces sólo también, si él lo quiere, si las preguntas que Yo mentalmente le pongo, oye y se las explica, de lo contrario Mis Intentos de ganarlo, de dirigirlo al buen camino, al camino de la fe, son en vano. Pero sin fe es su camino terrenal una marcha en vacío, sin fe están todas las entradas cerradas en el Reino de Luz. El camino a la Bienaventuranza lleva sólo por encima de Jesucristo. Y la fe en Él como Hijo de Dios y Salvador del mundo tiene que ser obtenida por todo hombre que quiera ser feliz.
Amén
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