5844 El reconocimiento o el rechazo – Jesucristo
3 de enero de 1953: Libro 63
Vosotros hombres sólo me podéis reconocer o rechazarme. Esto último demuestra vuestra plena incredulidad y repercutirà muy dolorosamente para vosotros, pues rechazarme a Mí significa estar aún en el poder de Mi adversario y oponerme a Mí resistencia.
Mas reconocerme a Mí significa, ser partidario de Mí por completo y haber entrado también en Mi Orden eterno, reconocerme a Mí significa, creer en Jesucristo como el Hijo de Dios y Salvador del mundo y vivir en la sucesión de Jesús; reconocerme a Mí significa, aspirar a Mí como el Amor eterno, aspirar, lo que sólo es posible por una vida en el amor, porque sólo una vida así establece la unión Conmigo.
Y de este modo os será comprensible, que Yo sólo conozca un Sí o un No, y que no se me puede engañar con palabras evasivas, que son entonces empleadas, se me confiesa sólo la boca, mas el corazón no participa en lo que pronuncia la boca.
Vosotros no me reconocéis, si vuestra conducta deja echar de menos el amor, si no lleváis Mi imágen en el corazón, si la fe en vosotros no se ha hecho viva para que entre en acción con un trabajo asiduo del alma, en vuestra alma; si no os dirigís a Jesucristo encarecidamente con el ruego para que os ayude y dé Su Gracia, si vais sin Jesucristo por vuestro camino. Entonces todas las palabras vuestras que debieran demostrar una fe, sólo son locuciones vacías, las cuales a Mí no me confunden acerca de vuestro verdadero estado del alma y las que son igual a una denegación de Mí Mismo.
Quien me reconoce a Mí vive también Conmigo, siempre y cada vez de nuevo se une a Mí con los pensamientos, él mantiene un diálogo íntimo Conmigo, pues él se siente como Mi hijo, y me deja que le hable como Padre y por eso él pertenece a los Míos, los que he recuperado para la eternidad. El pertenece a los redimidos, pues su voluntad, de llegar a Mí, pudo experimentar la confortación por la Gracia de la Obra de Redención.
Comprendédlo, a Mí sólo se puede llegar por el camino que conduce sobre Jesucristo. Nadie me alcanza y puede desearme quien no ha demandado las Gracias adquiridas por Jesucristo. Quíen conscientemente no se ha puesto bajo la Cruz de Cristo. Pues aspirar seriamente a Mí se puede, si primero se ha hecho vivo mediante las Gracias del Salvador divino, en quien me he vuelto para vosotros hombres en un Dios visible. Pero preguntaros a vosotros mismos, si me ambicionáis y hasta que punto me ansiáis seriamente y no creais que podéis contaros entre los Mios, si no estáis aún penetrados del Mi Espíritu de Amor, si solamente hacia afuera queréis declarar la fe en Mí, mas vuestra conducta deja echar de menos toda y cada unión Conmigo.
Palabras únicamente no hacen al caso, y tampoco la pertenencia a una religión cristiana os hace aspirantes a Mi Reino, si todavía no habéis encontrado el camino a Jesucristo, si aún no le habéis dirigido a Él la invocación seria, de que Él tenga compasión con vosotros, los que estáis sin Él y su Redención todavía, puestos en los lazos del enemigo tenéis que reconoceros como cargados de culpas y confesarle a Él vuestra culpa y pedirle por la redención por amor a Su Sangre, que Él derramó por vosotros. Entonces pertenecéis a los que pronuncian un alto Sí, cuando la llamada cariñosa del Padre resuene, vosotros pertenecéis a aquellos que acuden rápidos a Él, a Su encuentro, los que definitivamente se ha separado del enemigo, los que me aman entrañablemente y se casan Conmigo, los que serán y permanecen Míos hasta por toda la eternidad.
Amén
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