5772 La Iglesia de Cristo
18 de septiembre de 1953: Libro 63
Quien profesa la docrtina de la Iglesia de Cristo, ese que viva también como un cristiano, de lo contrario él no hace ninguna honra a la Iglesia de Cristo. Cuando en el tiempo venidero se haga pública la fe en Jesucristo, entonces se hará patente cuales son los verdaderos adictos de Su Iglesia, pues la fuerza de fe que es necesaria para confesar su Nombre, sólo puede ser ganada por una conducta de vída según Su ejemplo, de una vida en la sucesión de Jesús, y así, pues, ese pertenece también a la Iglesia fundada por Jesucristo.
Pero muchos hombres profesarán de boca, serán ellos también adictos de iglesias, las que se hacen pasar como la Iglesia fundada por Cristo. Viven estos así, pues, también según la divina Voluntad, cumpliendo sus Mandamientos de amor, entonces también será rigurosa en ellos la fuerza de fe, y ellos resisten en el último combate y confiesan Su Nombre ante el mundo. Pero de esos habrá sólo pocos, sólo los hombres que viven en el amor, reunirán esa fuerza de resistencia contra el poder mundanal, el que persigue el plan de exterminar todo lo que tenga relación con la fe en Jesucristo, el Salvador divino.
Y así, pues, se demuestra el hombre primero como cristiano, ahora es primeramente, cuando puede él considerarse como miembro de la Iglesia fundada por Cristo, a quien también Jesucristo reconocerá ante Dios, el Padre, come Él lo ha prometido.
La Iglesia de Cristo no cuenta ya con muchos adictos, y cuanto más se enfría el amor entre los hombres tanto más pequeño se hace el grupo de los que son verdaderos cristianos, porque el amor tiene que ser practicado a todo trance, para que se trate de verdaderos cristianos y sean a sus semejantes un luminoso ejemplo para la auténtica Iglesia en la tierra, la cual no requiere de ninguna pertenencia oficial a una religión, sino sólo una vida según los Mandamientos divinos, que exigen el amor como lo primero, el que muestra la señal segura que demuestra al Fundador de la Iglesia: El obrar del Espíritu en todos sus miembros.
La Iglesia de Cristo no ese ningún edificio reconocible hacia fuera, ella es solamente la asociación o fusión de hombres profundamente religiosos, que se encuentran en contacto, en los más íntimo del corazón, con el Fundador de la Iglesia, con Jesucristo, y de ese modo también por Su Espíritu iluminados, están dirigidos y llenos de Él y, en verdad, también como los discípulos de Jesús en la tierra pueden obrar fuera de lo común con la fuerza espiritual.
Una fe fuerte y un profundo amor demuestran la pertenencia a la Iglesia de Cristo, y sólo Sus partidarios aprobarán el último combate de fe, porque ellos luchan con Jesucristo Mismo y de ahí también que ganarán el triunfo sobre el que está contra Cristo, sobre el adversario de Dios y su servidumbre. Pues Jesucristo vendrá en Poder, Fuerza y Gloria en el último día y buscará hacia Sí a Su pequeña parroquia en el reino de la paz, mas a Su enemigo lo encadenará y con él a todos los que son esclavos de él.
Amén
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