5282 Jesús vino a los débiles, enfermos y necesitados
27 de diciembre de 1951: Libro 58
Yo, Jesús vine a los débiles, enfermos e indigentes al mundo, pues los fuertes y sanos no me necesitan, ellos encontraban solos el camino, al menos se creían encontrarlo, y primeramente, cuando se extraviaban, reconocían su debilidad y me llamaban a Mí, si no bastaba su propia fuerza para dominar la vida.
Todos los que a Mí me llaman, los que me necesitan, están débiles y enfermos en sus almas, y a todos ellos vengo Yo de socorro, porque ellos manifiestan su estado de emergencia con su grito a Mi de socorro, del que por medio de Mí esperan salvación. Vosotros hombres sois todos débiles y enfermos, y dichoso de aquel que lo reconoce. Mas los que se sienten fuertes y sanos, están en una mala situación, pues a ellos no se les puede ayudar.
Y son muchos los que creen que no necesitan ninguna ayuda, son muchos los que están convencidos de su propia fuerza y muy fácilmente se sirven de la fuerza de aquel que quiere ganárselos para él, quien los refuerza en su arrogante creencia y quien por eso les envía fuerza, no obstante, no sin la medida equivalente. Él exige el alma y a cambio da al cuerpo lo que él pide.
Mas Yo soy el Médico de los enfermos y débiles, Yo soy el Consolador de los afligidos y la esperanza de los desanimados. Todos ellos vienen a Mí, y no pedirán en vano, Yo les prometo a todos Mi Ayuda, aunque vosotros hombres no la esperimentéis inmediatamente. Pero entonces sé Yo también por qué, y vosotros no estáis sin embargo abandonados, pues a Mí nadie me llama en vano, quien pide ayuda desde dentro del corazón.
Veníd todos a Mí, los que estáis penosos y cargados, Yo os quiero refrescar. Así, pues, os he prometido Mi Ayuda, y así también os está asegurada. Pensad siempre en eso, si los apuros os son dirigidos, si os sentís agobiados corporal o síquicamente, si la vida terrenal os carga gravemente, si necesitáis auxilio.
Entonces pensad en que Yo vine una vez a los pobres, enfermos y débiles y también ahora a cualquier hora, y que Yo sólo estoy aguardando a que me llaméis, para darme a reconocer a vosotros de que Yo quiero ser llamado, para que reconozcáis libremente de por sí vuestra debilidad y tengáis anhelo de Mi, de vuestro Médico y Ayudante, lo cual demostráis por medio de vuestra llamada, en la fe de que Yo os puedo ayudar y os quiero ayudar, y a esta fe jamás dejo Yo que sea frustrada.
Amén
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