Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/5033
5033 Aptitud para el servicio de enseñanza... Espíritu despierto... Discernimiento
4 de enero de 1951: Libro 57
Una actividad docente requiere también el propio pensamiento intelectual, requiere estar completamente penetrado por el conocimiento que el hombre ahora debe transmitir. Sólo aquel hombre, cuya voluntad está dispuesta en primer lugar a aumentar su conocimiento para poder cumplir su tarea, recibe de Mi la orden der ser activo como maestro, quien por lo tanto primero se deja instruir por Mí antes de que pueda llevar a cabo su orden. Por lo que debe dejar participar su intelecto y corazón, no puede adquirir conocimiento espiritual solo con el corazón y apagar el intelecto, para entonces solo ser una herramienta medial de los seres del reino de la luz, sino que como ser humano terrenal tiene que utilizar el don espiritual, así someterlo al intelecto que también está comprometido con eso y ahora puede presentárselo a los demás seres humanos como una fe consistente y lógico.
El intelecto no debe apagarse, porque la verdad eterna que es el contenido del material de enseñanza es nuevamente recibida por el intelecto primero antes de tocar el corazón del oyente. Porque la humanidad misma aún no es capaz de recibir un bien espiritual veraz directamente, cuyo transmisión entonces tiene que lugar a través del corazón... todavía tiene que ser llevado a la gente desde el exterior y por lo tanto primero sometido al intelecto, y es por eso que el bien espiritual debe ser capaz de aguantar cada examen intelectual.
Así que también se debe entender que sólo los hombres, que ellos mismos poseen una clara capacidad de juzgar, son aptos para difundir Mi Evangelio, cuyo intelecto está despierto, aunque primero se requiere el espíritu despierto para poder recibir la verdad directamente de Mí, para poder ser enseñado como Mi alumno en la verdad superior. Sólo así se puede administrar debidamente un oficio docente, del que depende la salvación de las almas de innumerables personas, porque sólo la verdad lleva a la meta.
Así que Yo Mismo preparo a los discípulos de los últimos tiempos, sé cuán urgentemente es necesario difundir la verdad pura entre los humanos, y sé también quién es apto para difundirla, tanto en términos de su estado espiritual como también es su condición física. El alma y el cuerpo están en armonía con aquellos que están para servirme, pero sus tareas de servicio también son diferentes. No los asigno a todos una actividad de enseñanza porque sus capacidades son diferentes.
Sin embargo, todos los que Me pertenecen pueden hacer valer su influencia sobre los demás seres humanos dándoles un ejemplo a través de su forma de vida, que a menudo es más exitosa que los discursos y las instrucciones. Por eso, cada uno debe servir según su capacidad, y Yo pondré a cada uno en el lugar donde pueda obrar mejor, si el amor por Mí y por el prójimo lo impulsa a hacerlo. Pero quien está destinado a enseñar, será introducido en su oficio por Mí Mismo, y su voluntad y su amor por Mí le garantizan también el justo éxito...
amén
Traducido por Hans-Dieter Heise