Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/4931
4931 La Palabra de Dios es una gracia inmerecida....
11 de julio de 1950: Libro 56
Una gracia inmerecida en la transmisión de la Palabra divina a la tierra en el último tiempo antes del fin. Porque en este tiempo los humanos están tan lejos de Dios que nunca la pedirían por su propia voluntad y tampoco se prepararían para formarse de tal manera que pudieran escuchar la voz de Dios. Pero si Dios no viniera en ayuda de las pocas personas que se esforzaran para Él también estarían en peligro de hundirse en el abismo, porque el príncipe del infierno tiene un gran poder y las personas no tienen la fuerza suficiente para resistir.
Dios opone Su gracia a su gran poder, que los mismos hombres le conceden por su actitud.... para que no les sea imposible escapar de la violencia que quiere derribarlos. La gracia de Dios es, pues, un don inmerecido, una ayuda de un valor sobremanera grande, que Dios da a los hombres, aunque no se Lo pidan en la oración. Pero no hay compulsión relacionada con el otorgamiento de esta gracia para aceptarla.
Es un medio tan seguro de lograr el objetivo en la tierra que Dios ha puesto para el hombre; pero es completamente libre de usarlo. Es un don que obliga a aceptarlo. Viene directamente de Dios a los hombres, pero si ellos lo reconocen como una misión de Dios se deja a su voluntad. Y es por eso que no puede sonar a los hombres de tal manera que tenga que ser reconocida equivocadamente como la voz de Dios, sino que también debe darles la oportunidad a los hombres de rechazarlo mientras resistan a la gracia de Dios.
Y por eso también será atacado y puesto en duda, será presentado como la luz engañosa de su adversario, que se acerca a las personas en un manto de luz para engañarlas. Pero, de nuevo, es fácilmente reconocible como Palabra de Dios para quien está en estrecha unión con Dios a través del amor. Éste podrá creer con convicción y, como hijo del mismo Dios bien reconoce la voz del Padre. Porque lo divino será reconocido por todos aquellos que luchan por lo divino ellos mismos y quieren formarse a sí mismos en lo que fueron desde el principio.
Y así, sólo la fe de aquellos que son buenos ellos mismos y luchan por Dios puede ser citada como prueba de la misión divina. La voz del corazón les dirá quien les habla, porque Dios Se revela a cada hombre a través del corazón, pero nuevamente, para escuchar estas revelaciones, el corazón debe estar lleno de amor, que reconoce a Dios por el hecho de que Él es el Amor Mismo.... Y este amor Le lleva a dar Su don de gracia inmerecidamente a los hombres que están en gran necesidad y acudir en ayuda de los oprimidos por el adversario porque creen en Dios y buscan la unión con Él. Él Se les revela a ellos, y Su voz siempre será reconocida por ellos como la voz del Padre. amén
Traducido por Hans-Dieter Heise