4908 La Santa Cena - Carne y Sangre
3 de junio de 1950: Libro 55
Yo os hablo a vosotros y vosotros me oís, y Yo quiero que Mi Palabra la transmitáis a vuestros prójimos, a los que tienen igualmente el anhelo de alimento a su alma, de Mi Palabra, de Mi Carne y Sangre. Por eso os he elegido a vosotros a que seáis Mis convidados y os saciéis a Mi mesa, y que después repartáis de nuevo el Pan de la vida a los que están hambrientos y quieren comer en la mesa del Señor. Pues Yo he puesto Mi mesa para todos, Yo quiero dar de comer a todos lo que necesitan para sus almas. Y vosotros sois Mis sirvientes, los que les entregáis a ellos Mis dádivas, porque ellos mismos todavía no han entrado en comuncación directa Conmigo, pero no obstante creen en Mí y se ponen bajo Mi asistencia.
Y así pues, tenéis que prestar un trabajo extenso: dar de comer y beber a los hambrientos y sedientos, a los que, en vías de sucumbir están amenazados, si no reciben la fuerza que vosotros debéis ofrecer. Pan y Vino se les debe ofrecer, Carne y Sangre, Mi Palabra viva, pues Yo soy la Palabra de la Eternidad que se hizo Carne y con Su Sangre redimió a la humanidad, quien me recibe a Mí en su corazón en la Palabra, ese como en verdad Mi Carne, y la Fuerza de Mi Palabra es la Sangre que le trae a él la Salvación. Pan y Vino, el verdadero alimento para un cuerpo debilidado, debe recibir el alma también, si está débil y necesita fuerza para su evolución hacia arriba. Entonces que sea su alimento el Pan de la Vida, Mi Palabra viva, y el alma será inundada de fuerza, ella no necesitará morirse de hombre y podrá refrescarse en el manantial de Vida. Ella será un buen convidado en Mi mesa, la que he puesto para todos los hombres, porque los quiero. Y Yo envío a Mis siervos fuera le invito también a los que están fuera, a que hagan uso del banquete en común, quien quiere venir aquí y ser Mi invitado, ese será admitido y experimentará el verdadero confortamiento.
Por eso haced propaganda solícitos por Mí y describídles Mi Amor, para que tengan el deseo de tomar Conmigo el Convite, para que estén convencidos de Mi Amor, el que quiere darles todo lo que necesitan las almas, para que sean bienaventuradas. No escasas, están Mis dádivas limitadas, sino sobreabundantes, a los que Yo agracio, a los que se dejan cuidar paternalmente de Mí. Yo quiero llamar a la puerta de cada uno, para intimarlo al convite de la cena, y quien me abre, ese será Mi invitado en la Eternidad.
Y por eso debéis vosotros precederme a Mí y anunciar Mi llegada, para que me preparen un sitio, en el que Yo Mismo me pueda detener, para celebrar el banquete de la cena con los que han hecho caso a vuestra voz y quieren recibirme.
Yo quiero ofrecerles Pan y Vino, Mi Carne y Mi Sangre, la Palabra viva, para que la oígan en sí o a través de vosotros, Mis siervos y mensajeros, que como mediadores de Mis Palabras debéis ír a buscar a todos los que os abran su puerta del corazón. Eso que sea vuestra misión, a los que Yo doy a todos fuerza que quieren servirme, y cumplan así su misión.
Amén
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