Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/4870
4870 Videntes y profetas del tiempo final
30 de marzo de 1950: Libro 55
Hay poco entendimiento para encontrar la limpia Verdad dada desde lo Alto, y los seres humanos no reconocen el valor de la Palabra divina. Son tocados por un rayo de luz y huyen otra vez hacia la oscuridad porque no les gusta el resplandor. No desean la Verdad, no creen en una existencia eterna y por eso viven sólo para esta Tierra.
En ese tiempo serán despertados videntes y profetas, que se presentarán como amonestadores y advertidores de los hombres y les anunciarán el fin de la Tierra. Poca fe encontrarán, pero sin embargo alzarán siempre su voz; hablarán, contra la opinión general, sobre el juicio ya próximo, sobre la urgencia de que los humanos cambien su idiosincrasia y su conducta; hablarán sobre el Amor y sobre la Misericordia de Dios, pero también sobre su Justicia, deberán activar el sentimiento de responsabilidad de los hombres y despertarlos del sueño.
Los videntes y los profetas no serán tomados en cuenta en su propio país, nadie querrá escucharles, y estarán enemistados con los representantes del mundo. Esos serán señales de los últimos tiempos antes del fin. Los hombres serán exhortados al retorno, pero cuando el número de los videntes y de los servidores escogidos por Dios sea cada vez mayor, el final estará cerca y el tiempo de la Gracia se habrá acabado.
Entonces se cumplirá lo que ha sido anunciado, los incrédulos se asustarán, los que dudan estarán perplejos y los creyentes se regocijarán porque verán cómo se fortalece su fe al comprobar que es Verdad todo lo que se había vaticinado sobre el fin.
Pero ya será demasiado tarde para el retorno de los incrédulos, puesto que llegará el día del Juicio y nadie podrá ni siquiera hacerse una idea de lo que pasa, porque la Tierra se abrirá y se lo tragará todo.
Sin embargo, una cosa protegerá a los hombres de la ruina: la pura Palabra de Dios, que Él mismo llevará a la Tierra. A quienes reconozcan su Fuerza tampoco les espantarán los últimos días, porque a quien Dios habla, pasará con su Amor y su Poder a través de todas las tribulaciones sin sufrir daño.
Quien acepta la Palabra de Dios en su corazón y en su inteligencia, es invulnerable ante cualquier desgracia de los últimos tiempos; está en la Luz, en una Luz, que nadie podrá apagar nunca; y la Luz rasgará las tinieblas y siempre enviará rayos a la oscuridad y buscará las últimas almas para que no se pierdan.
Aquel que se deje iluminar por tal rayo de Luz, sentirá en su Fuerza también la Verdad y podrá esperar conscientemente el fin. Y el Señor aparecerá en las nubes, juntará a los Suyos y los recogerá de la Tierra antes que sea destruida por su Voluntad y se transforme en tumba de todos aquellos que no reconocieron a Dios y por eso se alejaron de Él, de quienes vivieron sin fe; y la Tierra se los tragará y toda miseria en la Tierra se habrá acabado.
Amén.
Traducido por Pilar Coors