4708 Experimentos irresponsables como causa de la destrucción de la Tierra
9 de agosto de 1949: Libro 54
El divino Orden mundial no puede ser derribado, y sin embargo la voluntad humana puede violarlo - pero eso en su propio detrimento. Hay Leyes que el intelecto humano nunca podrá sondear, porque no intervienen solamente en el estado de la naturaleza de la Tierra, sino también sirven de base para la existencia de otras Creaciones, por lo que para la inteligencia humana quedan insondables. Aun así la inteligencia humana debe aceptar estas Leyes, es decir, no debe ignorarlas, para que no entren en vigor Leyes contrarias –también formuladas por la Sabiduría divina– que tienen por objetivo el Orden eterno.
Consta que a los hombres está concedido un cierto grado de creatividad, y también pueden emprender investigaciones en todos sentidos. Pero mientras el hombre aún no esté en plena posesión de la fuerza espiritual, le estarán puestos límites tanto en el saber como en el aprovechamiento de las fuerzas terrenales, las que siempre se desarrollan dentro de cierto orden y que deben ser aprovechadas. Si esta regularidad no está respetada, es decir, si estas fuerzas están desencadenados contrarios al Orden, entonces el efecto será catastrófico, y la consecuencia inevitable será la destrucción completa de toda materia - una catástrofe que la voluntad humana no puede parar... Porque entonces también otras Creaciones, otras estrellas influyen - las que tienen relación con aquellas fuerzas y por eso están afectadas.
Los hombres ya no pueden enterarse de estos efectos porque ellos mismos son las víctimas de estas destrucciones, sin excepción, a no ser estos que ya poseen fuerza espiritual y por la Voluntad divina estarán recuperados de la afectada esfera de la Tierra. Este proceso se realizará, lo que significa el fin de esta Tierra.
La voluntad humana se arrogará a escrutar fuerzas mediante experimentos, lo que va a desencadenar fuerzas con consecuencias fatales, destructoras...
Pues no es por motivos nobles que los hombres emprenden estas investigaciones que tienen un desenlace tan fatal. Por eso Dios los privará de la Bendición que hay en actividades que tienen por objetivo el bien de los prójimos... Además, faltan contra la divina Ley de la naturaleza, dado que hacen sus investigaciones poniendo en peligro vidas humanas, pues se sirven de hombres como objetos de prueba, a pesar de que a estos les cueste la vida... De modo que ahí se trata de una violación del Orden divino... del amor a Dios y al prójimo... y, además, contra toda la humanidad que por eso está destinada a la desaparición; porque los conocimientos de aquellos que emprenden tales experimentos son mucho demasiado insuficientes, de modo que estos experimentos son demasiado prematuros.
Como Dios no puede tolerar experimentos tan irresponsables, estos recaen en la misma gente que los pone en práctica - gente que no consigue más que una destrucción total de todas las Creaciones materiales de la Tierra: una destrucción de la materia que en el sentido espiritual resulta en la disolución de toda forma y la liberación de todo lo espiritual cautivo en esta.
Los mismos hombres son los que llevarán a cabo este último acto de destrucción en la Tierra, y toda la humanidad se hundirá porque el exagerado deseo de notoriedad, la sed de gloria y la codicia de bienes materiales convierten a los hombres en especuladores extremadamente atrevidos que saben muy bien que ponen sus semejantes en peligro y que aun así proceden con sus experimentos. Las mismas experiencias ya adquiridas son advertencias y avisos más que suficientes para que se abstengan de ellos. Por eso su procedimiento es un delito al que Dios no deja impune.
Amén.
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