4695 La Palabra de Dios demuestra su Amor
22 de julio de 1949: Libro 54
Ninguna otra cosa puede demostrar Mi Amor que Mi Palabra. Y por lo tanto no podéis hacer nada tampoco más condenable que rechazar Mi Palabra, porque de esa forma rechazáis también Mi Amor. Lo que esto último significa, aún no lo podéis comprender vosotros hombres, sin embargo, vuestra debilidad, vuestro bajo nivel espiritual es una prueba de que no podéis subir hacia arriba en vuestra evolución sin Mi Amor, sin Mi Palabra. Donde Mi Palabra es recibida oyéndola o leyéndola o también directamente de Mí, allí también sacarán los hombres de ella fuerza, pues Yo mismo les hablo a ellos y Mi Fuerza afluye en el que la recibe, y ésta se espresa en un elevado anhelo hacia Mí y Mi Presencia, ella se expresa en una tendencia y ambición espritual, en una actividad de amor, en un abandono del mundo, ella se expresa además en el aumento de conocimiento, es decir en un justo y verídico pensar y saber sobre el principio y el destino y por eso en una conducta conforme a Mi Voluntad. Todo eso lleva a cabo fuerza, la cual acogéis junto con Mi Palabra.
Así pues, es también una prueba de Mi Amor el conducir (transmitir) Mi Palabra, la que de todos modos quiere haceros felices y ayudaros a que alcancéis la prefección.
Pues a través de Mi Palabra, que se os haga más fácil la aspiración hacia arriba, por Mi Palabra ganaréis y os formaréis una idea de Mi gobernar y obrar y os acercaréis más a Mí, teniendo buena intención y por obras de amor. Y puesto que, a causa de vuestra imperfección como hombres, sois vosotros mismos indignos de que seáis hablados por Mí, mas Yo lo hago. Sin embargo tenéis una prueba nuevamente de Mi Amor, sin embargo a vosotros pues con Mi Palabra, os doy una merced de gracia de valor incalculable e inmerecido. Pero vuestra voluntad es demasiado débil para que pida por Mi Palabra, y por eso me comunico con vosotros a través de Mi Palabra de por sí Mismo, espontáneamente, pero eficaz puede ser primeramente en vosotros, si la aceptáis voluntariamente, es decir, la voluntad está dispuesta a acogerla (admitirla). Y de ese modo puede ser también, que Mi Palabra permanezca sin éxito por completo en los hombres que si bien la oyen pero no hacen ningún uso de ella, para quienes ella es sólo un sonido vacío porque no la reciben en el corazón, sino sólo la oyen con los oídos del cuerpo. Por eso no sienten ninguna eficacia de fuerza y de ahí que no pueden reconocer tampoco en ella Mí Amor, porque ellos mismos tienen un corazón endurecido, el cual no es capaz de ningún amor. Esos no Me conocen y no sienten deseos de Mí, pues su amor va dirigido todavía a la materia y al mundo y desprecian lo que les llega del Reino espritual. Pero eso jamás radica en Mi Palabra, de que salgan vacíos, sino que es su culpa, porque mis Dádivas tienen que ser anheladas y tomadas con agradecimiento para que sean efectivas y den fe a los hombres de Mi Amor.
Amén
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