4561 Sobre el transmitir de la Palabra divina
8 de febrero de 1949: Libro 53
La reproducción literal de lo que vosotros percibís a través de la voz interior, dejará la mayor impresión, aunque también sois capaces de enseñar a los hombres con propias palabras, pero se podrán cerrar menos a la Palabra directa de arriba, por lo que una divulgación escrita es una bendición. Y por eso bendiciré Yo todo trabajo también que está destinado a extender Mi Palabra y os otorgaré toda ayuda, pues una cosa es especialmente necesaria, de que los hombres se enteren de Mi extraordinaria actuación, lo que ellos pueden constatar por los escritos, si ellos son de buena voluntad. El que quiera rechazarlos, los rechaza en cualquier forma. Mas en la reproducción escrita reconocerán los hombres a Mi Espíritu, Mi Voz y se exponen a su efecto, pues Mi Palabra habla por sí misma, ella no necesita que ninguna explicación sea adjunta, ella les será a los hombres siempre inteligible, porque Yo hablo a cada uno mismo en particular y Mi Palabra da a cada uno también la convicción "que atento y anhelante verídico de la Verdad la agoce en su corazón, es decir reflexionando sobre ella y pone atención a su sentir que lo afecta en el momento. A vosotros hombres están a la disposición vuestra muchos remedios que todos os facilitan el camino hacia arriba y que son como favores de Gracia de Mí.
Pero el mayor y más eficaz remedio a vosostros es Mi Palabra que se os es ofrecida de arriba, ella es la que con seguridad os dirige a lo alto, porque está bendecida con Mi Fuerza, ella es una irradiación directa de Mi Mismo, la que tiene que tener en vosotros siempre una eficacia impresionante, sólo en vosotros radica, en vuestra voluntad, a que la dejéis que surta su efecto. Y por eso que muchos hombres lleguen a saber de ella, que muchos experimenten en sí la bendición de Mi Palabra, que renazcan de nuevo, que se reanimen y abandonen por Mi Palabra todo lo muerto, todo lo ceremonioso. Ellos que me reconozcan en la Palabra a Mí Mismo, que aprendan a creer en Mí y aprendan a quererme, que ellos absorban sabiduría en sí, la que jamás puede serles ofrecida en ninguna otra parte si ella no ha tomado el origen de Mí. Ellos deben saber que Yo como el Creador de la eternidad no me olvido de Mis criaturas, de que Yo como Padre no dejo solitarios a Mis hijos, de que Yo quiero ayudar a que todos alcancen el regreso en la casa paterna, y de que ellos necesitan absolutamente Mi ayuda, de que vengan a Mí por eso en la oración, de que me pidan a Mí Gracia y Fuerza, para que puedan formarse en el amor, de que sepan acerca de Mi Voluntad, para que la cumplan. Bendito sea todo trabajo que vaya dirigido con esta ambición, pues el tiempo urge y apremia hacia su fin.
Amén
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