4313 La Palabra que suena....
26 de mayo de 1948: Libro 51
El momento más sublime en la vida terrenal para el ser humano es la escucha de la Palabra que resuena, cuando oye la expresión de Mi amor en su corazón como palabra hablada. Porque ahora Mi presencia se puede sentir como un torrente de luz que llena el corazón y es perceptible también a los sentidos del ser humano. El grado de madurez del alma que ha alcanzado un ser humano influye en la forma en que suena la voz interior. Puede entregarse al sentimiento de felicidad sin ninguna preocupación, si su alma ya ha progresado mucho, pero como también puede tener una lucha con obstáculos interiores si aún se encuentra en un grado inferior de madurez espiritual, de lo contrario nunca podría recibir la gracia de la Palabra que suena....
Se trata pues de un proceso de transmisión de luz y poder en forma directa; el ser humano está tan íntimamente conectado Conmigo, que puedo expresarme a él y ser comprendido, lo que nunca será el caso con las almas inmaduras. Pero debo contener siempre Mi poder de amor, para que el ser humano permanezca apto para la vida terrenal y no pierda todos los lazos terrenales por una felicidad desbordante. Y por eso siempre serán sólo breves momentos en que Me expreso a través del sonido, hasta que termine el curso terrenal de aquel, que está tan cerca de Mí que lo considero digno de Mi dirección.
Pero en los últimos tiempos necesito siervos en la Tierra que trabajen diligentemente para Mí, y Yo premio su diligencia revelándome a ellos de tal manera que ya no puedan albergar dudas en sus corazones, porque son fieles a Mí, porque creen sin ver, y en esta fe trabajan para Mí. Quiero animarles a ser cada vez más activos, pero sólo puedo expresarme en sonido cuando su fe ya ha alcanzado tal firmeza que creen incondicionalmente en Mi obra, que ya han escuchado la voz del Espíritu anteriormente y la han reconocido como Mi voz, porque la Palabra que suena nunca debe significar para ellos una compulsión de creencia, pues es la coronación de una fe fuerte y lo más deseable para la vida terrenal, porque hace al ser humano increíblemente feliz y el pensamiento en ello puede hacerle insensible al sufrimiento y las necesidades de naturaleza terrenal.
Su bienaventuranza, su fe convencida, también dan a sus semejantes un mayor poder de fe, de modo que su obra entre la gente es sumamente beneficiosa y llevará a cabo toda tarea que emprenda. Sus semejantes probablemente le pueden plantar dudas, pero quien escucha Mi Palabra resonando en sí, ya no podrá dudar. Y así Yo recompenso el amor y la lealtad de Mi siervo que se esfuerza por Mí, y le doy una felicidad en la Tierra que el mundo no le puede ofrecer....
amén
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