Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/4297
4297 Alimentación en la mesa del Señor....
12 de mayo de 1948: Libro 51
Las Palabras que vienen desde arriba iluminan el Espíritu, amplían el conocimiento, fortalecen el alma y también ayudan a que las sustancias del cuerpo se espiritualicen y se vuelven al alma, por lo que el cuerpo obedece de buen grado, lo que el alma, impulsado por el espíritu, le exige. Las Palabras que vienen desde arriba sólo puede ser escuchadas, cuando haya tenido lugar una unificación entre el alma y el Espíritu, cuando el pensar, el sentir y el querer del hombre están dirigidas hacia adentro, desde donde el Espíritu del hombre, que es de origen divino puede revelarse al alma.
Entonces el Espíritu emite algo que fluye directamente del reino espiritual y ha tomado el camino hacia él, porque la chispa espiritual en el hombre está en conexión con el Espíritu del Padre desde la Eternidad y, por lo tanto, también puede recibir continuamente la fuerza de Él, que se expresa como conocimiento, que ahora transmite al alma en la que habita. Por lo tanto, es una desviación de la fuerza divina hacia el alma, la cual ahora debe aprovechar si quiere lograr un éxito espiritual para el alma. Debe recibir la Palabra de arriba y dejar que la Palabra trabaje en él, y el efecto de la Palabra divina será un impulso para obrar en amor. Entonces el alma también ha influenciado al cuerpo para que se una a la voluntad del Espíritu, y la persona que obra en amor ahora establece una conexión directa con Dios, Quien ahora, está obrando en él a través de Su fuerza de amor....
Es este un proceso tan fácil de entender si se explica adecuadamente a las personas, y que a su vez presupone de nuevo el obrar del espíritu en el hombre para ser comprendido. Porque el mundo con su sentido enfocado terrenalmente no sabe nada y tampoco comprende nada acerca de la unión de Dios con el hombre a través del amor. El hombre lo toma literalmente, pero no comprende el contexto, así que tampoco tiene una idea correcta del obrar de Dios en el hombre. Se lo explica esto último con un claro pensamiento intelectual, pero no reconoce una transmisión directa de las palabras, por lo que demuestra que no cree en el obrar del Espíritu y, en consecuencia, tampoco sabe, qué y cómo se expresa el Espíritu de Dios en el hombre.
Y es por eso que a la gente también le falta el conocimiento del alimento espiritual en la mesa del Señor. No comprenden el contexto más profundo entre la transmisión de la Palabra divina y la inserción de la Cena del Señor, y también carecen de cualquier entendimiento, de que la Palabra que emana de Dios Mismo es el mayor y mejor bien que se puede conseguir en la tierra y que es sumamente necesaria para el desarrollo del alma, y que Jesucristo en la tierra solo conocía un objetivo, mostrarle a la gente el camino que les otorga la gracia que ese bien, la Palabra divina, le sea transmitida.
Porque Él Mismo se encontraba en ese estado donde Su Espíritu en unión con el Espíritu Padre desde la Eternidad Le impartía el saber más profundo y Espíritu, alma y cuerpo de habían unido para obrar en amor constantemente. Constantemente recibía fuerza de Dios, estaba unido con el Espíritu del Padre desde la Eternidad, Su alma fue alimentada por el Padre con Su palabra, y así devolvía a Sus semejantes lo que Él Mismo recibía.... Distribuía el pan del cielo, Él les transmitía la Palabra divina y los exhortó a hacer lo mismo, Él dio alimento físico y espiritual a aquellos que tenían sed y hambre.
La ofrenda del pan fue solo una comparación pictórica de lo que Jesús ofreció a las personas con Su Palabra.... la verdad divina, que verdaderamente lleva al alma a la madurez cuando se acepta con el corazón y la mente.
Ofreció a la gente la Palabra que el Padre habló en Él, como alimento y bebida correcta y le advirtió a hacer lo mismo, a difundir la enseñanza de amor divina y así refrescar a la gente con comida y bebida para que se esfuercen por la unión con Dios y Dios Mismo puede alimentarlos en Su mesa, para que la chispa del espíritu de cada persona se encienda y la Palabra de Dios desde la altura pueda ser escuchada por todos que la desean, que tienen hambre y sed de nutrición espiritual....
Amén
Traducido por Hans-Dieter Heise