Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/4033
4033 La hora de la muerte física. El porqué de los sufrimientos
30 de abril de 1947: Libro 49
Nunca sabréis cómo será vuestro final. Por eso os conviene que diariamente pidáis a la Misericordia de Dios que en vuestra hora de la muerte se dirija a vosotros. Aunque viváis conforme a la Voluntad de Dios, vuestro final puede resultar pesado - si debe servir para depuraros del todo y para haceros eternamente libres.
La Sabiduría y el Amor de Dios os están consagrados hasta incluso a la última hora en esta Tierra; y mientras vuestras almas todavía estén capaces de cambiar, tendréis oportunidades para ello hasta en la misma hora de la muerte. Por eso, frecuentemente, incluso hombres devotos a Dios tienen que sufrir corporalmente y nadie se puede explicar el porqué, porque en algo así no pueden reconocer el Amor de Dios... Pero aun así el Amor divino les aplica estos sufrimientos por ser el mejor medio para la maduración que puede facilitar al alma aquel grado que en el Más Allá le permite que le penetre la Luz. El día en que el alma se haya vuelto libre y reconozca el gran Amor y la gran Misericordia de Dios lo va a agradecer a su Creador.
De modo que todos los sufrimientos deben ser reconocidos como pruebas del Amor de Dios; incluso el mismo final acompañado de sufrimiento es bienaventurado, aunque a los hombres no lo parezca. Aunque el alma se separe del cuerpo con dolores, en seguida se levanta hacia lo Alto en el Reino de los espíritus bienaventurados, y abandona la Tierra no solamente espiritualmente sino también corporalmente; pues también lleva con ella todas las sustancias maduradas del cuerpo, porque cada grado de sufrimiento en la Tierra disuelve la envoltura que todavía encierra al cuerpo. ¡De modo que bienaventurado es el hombre que ya en tiempos de vida en la Tierra puede deshacerse de todo lo espiritual inmaturo!
Él ha aprovechado de su vida terrenal para su redención y ya no se rebela contra la Voluntad de Dios. Aunque en la hora de la muerte tenga que luchar por la paz del alma, no considerará el sufrimiento corporal como injustificado; porque su alma sabe que se está acercando el final, que también el sufrimiento corporal tiene su fin y que ella saca su reconocimiento de todo ello - aunque ya no esté en condiciones para comunicarlo a su cuerpo. Este, tan pronto como siente la perfección de su alma, se separa de ella porque entonces ya ha cumplido con su tarea de servirle de receptáculo.
También para todos vosotros la hora de la muerte puede ser pesada... pero también puede ser para todos un “dormirse” bienaventurado para luego despertaros en el Reino de Luz - si el alma ya no precisa de sufrimiento alguno... si ya en la Tierra ha encontrado la unión con Dios... y Él ahora la busca para llevarla a su Reino, a vuestra Casa paternal, para haceros bienaventurados.
Pero dado que no sabéis cómo será vuestro final, ¡rogad a Dios por Compasión, rogadle por su Gracia y su Fuerza, por si acaso Él ve la necesidad de más sufrimientos para vosotros! Y soportaréis también la hora de la muerte; pues sólo el cuerpo va a sufrir, pero el alma abandonará al cuerpo llena de alegría y se alzará a las Esferas de la Luz.
Amén.
Traducido por Meinhard Füssel