Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/4015
4015 La revelación divina, la mayor fuente de gracia....
4 de abril de 1947: Libro 49
No se debería descuidar una revelación divina porque es una fuente inestimable de gracia; donde Dios Mismo se expresa, tiene la intención de ayudar a los hombres en su desarrollo ascendente, y quiere llevarlos por el camino correcto, porque han tomado un camino equivocado, y Dios solo Se revela en un momento de necesidad espiritual, cuando los hombres corren el riesgo de alejarse de Dios o han entrado en un pensamiento erróneo. Entonces busca de transmitirles la verdad, y la verdad solo puede ser conducida a la tierra por Él Mismo.
¿Hay algo más poderoso que ser instruido por Dios Mismo?.... ¿Hay algo más delicioso que ser alimentado por Él Mismo con un alimento de alma que contiene todas sus fuerzas?.... ¿Se puede ofrecer un sustituto que tenga aproximadamente el mismo efecto?.... ¿No es la Palabra de Dios el don de gracia más preciosa que una persona puede recibir en la tierra?
Su Palabra, la irradiación directa de Sí Mismo, puede ser escuchada por una persona y puede ser transmitida al semejante para que este igualmente pueda recibir la bendición de este valioso don de gracia.
Cuando Dios Mismo habla a los hombres el ánimo de obedecer Su Palabra también debe ser mayor, tendría que impulsar la voluntad a la actividad, así como la voluntad del hombre en general debería ser empujada en la dirección correcta por la Palabra. Pero esto solo será el caso cuando los hombres crean que la Palabra viene de arriba, que es una mediación directa de la verdad divina, porque la creencia en esto, primero impulsa a los hombres a llevar su estilo de vida de acuerdo con la Palabra. Y el hombre puede ganar esta creencia si examina seriamente y le pide a Dios que ilumine su pensamiento.
Entonces probablemente lo sentirá en su corazón que don de gracia está recibiendo.... Entonces la posesión de la Palabra divina lo hará feliz, entonces nunca querrá perdérsela más y dejarse alimentar por Dios Mismo con el pan del cielo, con la comida que asegura la vida del alma, por lo que es extremadamente valiosa y deliciosa. Deberíais morir de hambre por ello, entonces también sentiréis la fuerza que fluye hacia vosotros al recibir el alimento celestial, y nunca queráis prescindir de ella, porque un regalo de gracia tan precioso no puede ser reemplazado por nada en la tierra. Vuestro deseo por ello se hará cada vez más fuerte y os llevará infaliblemente a Dios, porque Dios es la Verdad y Dios es la Palabra desde la Eternidad....
Amén
Traducido por Hans-Dieter Heise