Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/3737
3737 Dificilísimas condiciones de vida después de la catástrofe
6 de abril de 1946: Libro 47
En un futuro muy cercano ya os encontraréis en otras condiciones; debéis cambiar completamente vuestra manera de vivir si queréis aceptar las nuevas y ser capaces de soportarlas. Este cambio es ineluctable pues el tiempo final entrará entonces en su última fase, o sea, en las más pesadas batallas de la vida para lograr el más rápido desarrollo espiritual hacia lo Alto. Porque el tiempo que faltará para el fin será muy corto y lo que esté sumido en la gran miseria terrenal no podrá alcanzar nada y no tendrá ya ninguna esperanza en esta Tierra. Pero quien aún esté vivo después de la poderosa intervención de Dios, podrá formarse con buena voluntad una cosmovisión espiritual, podrá relacionar correctamente todos los sucesos con la Voluntad del Creador de eternidad, y ganar con esta actitud grandes beneficios para su alma.
Quienes sean totalmente incrédulos no aceptarán esta relación e intentarán dominar la vida terrena con su propia fuerza, usando así su voluntad equivocadamente y en desacuerdo con la Voluntad divina. Y triunfarán, porque encontrarán apoyo en ese poder que trabaja contra Dios. Pero también los fieles podrán superar las más severas condiciones con el Poder de Dios, que ellos mismos podrán sentir verdaderamente, aunque este Poder no actuará para que el hombre viva un bienestar terrenal sino para darle la fuerza interna que le permita perseverar en esas durísimas condiciones de vida.
La miseria terrenal será muy grande y no se podrá superar fácilmente de manera natural, pues la inmensa destrucción enviada por la Voluntad de Dios causará un gran desorden que absorberá en gran medida la fuerza de cada cual.
Y entonces cada uno, si quiere sobrevivir a este tiempo, el más difícil de todos, deberá obtener más Fuerza de Dios. Tal Fuerza estará a su disposición en abundancia. Por eso Dios enseñará constantemente mediante sus servidores lo que ha de suceder, para que toda la gente esté informada sobre la inminencia del desastre y pueda establecer una conexión previa con la Fuerza proveedora de Poder, que no rechaza a nadie que la anhele.
Es aún muy difícil para la humanidad imaginarse semejante intervención de Dios, y por lo tanto rechaza lo que le resulta difícil de creer. Sin embargo, los hombres deberían pensar seriamente sobre ello, para que cuando llegue el día no les coja sin preparación alguna. Porque irremisiblemente llegará, produciendo enormes transformaciones, y sorprenderá a todos, incluidos los creyentes.
Dichoso aquel que cambie su pensamiento, que rectifique su actitud ante Dios, que encuentra el camino hacia Él en los tiempos de mayor miseria, porque para él ese día será bendito.
Amén.
Traducido por Meinhard Füssel