Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/3731
3731 Ocupación de la enseñanza en el tiempo de la calamidad – El tiempo del fin
31 de marzo de 1946: Libro 47
Un trabajo en acción común tiene que empezar para todos los que Yo he llamado para ello, para que prediquen ellos Mi Palabra en la mayor desgracia terrenal. En todas partes se necesitarán hombres que me anuncien a Mí y enseñen a sus semejantes, pues en todas partes habrá gran desgracia, en todas partes estarán los hombres desanimados y ya no podrán orientarse más, así que les faltará todo conocimiento sobre Mi gobernar y actuar, sobre la finalidad y el sentido de lo que a los hombres se les ha impuesto cargar; pues mientras su meta les sea desconocida, no saben tampoco acerca de los medios para alcanzar esa meta.
Y Yo dirigiré los pasos de Mis servidores hacia allí, donde se necesita su eficacia, donde Yo sé de corazones que están dispuestos a abrirse y escuchar Mi Palabra. Y cada uno podrá actuar en su esfera y ese ámbito será más o menos grande, según sea la capacidad de enseñanza de Mis servidores en la tierra, quienes entran ahora en su oficio o puesto, de estar activo para Mí y Mi Reino, plenamente conscientes.
Por lo cual, que ninguno se anticipe, sino que cada uno espere paciente, hasta que Yo Mismo se lo indique, perceptible a través de su corazón, pues anteriormente todo lleva su marcha, conforme a Mi Voluntad. Se exigirá por cierto de los Míos fuerza de fe, en vista de la desgracia que se hace evidente en todas partes, la que para muchos hombres parece insorpotable, y, sin embargo, que Yo la permito, para que sus corazones se vuelvan a Mí. Los Míos saben sobre el motivo y el objetivo de la desgracia y ese conocimiento deben transmitirselo a los hombres, y por eso dejo que la desgracia afecte a los Mios también, para darles la posibilidad de que influyan sobre el prójimo con la fuerza de su fe, la que les deja soportar más fácil todo y vencerlo. A los Míos Yo los asisto en cuanto me llamen, y por eso su desgracia será siempre soportable, pues cada vez habrá de nuevo una salida, donde ninguna ayuda humana parece posible. Mas ellos deben servirme en este tiempo, deben hablar para Mí y de Mi Amor, Sabiduría y Omnipotencia hacer siempre mención, ellos deben confesarme ante el mundo y a los hombres recomendarles la justa orientación hacia Mí, la cual les asegura únicamente protección y ayuda. Ellos deben enseñar y anunciarme a Mí y Mi Doctrina o Palabra, y eso siempre que sea posible, especialmente en el tiempo de la gran calamidad, que precede a Mí Intervención y el que le sigue. Donde veáis gran desgracia, sabéis que se requiere vuestro actuar, y vuestra acción en común no será sin éxito, si vosotros mismos estáis fuertes en la fe y me lleváis siempre e incesantemente en el corazón. Entonces a vosotros mismos no os asustará la desgracia, aunque seáis diariamente testigos oculares y de oído de ella. Pues sabéis el motivo de que Yo la permita, vosotros reconocéis su necesidad y las bendiciones que cada hombre puede sacar de ella. Y por eso cada uno de vosotros es necesario para la divulgación de Mi Doctrina, y cada uno podrá actuar correspondientemente a su capacidad, pero siempre seguro de Mi Bendición, porque para Mi Viña necesito obreros vigorosos en el tiempo que precede al último fin.
Amén
Traducido por Pilar Coors