Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/3604
3604 Fe fuerte.... Poder de la fe....
16 de noviembre de 1945: Libro 46
Y cada uno será ayudado según su fe.... Los seres humanos que dejan que Mi Espíritu hable dentro de ellos, que por lo tanto a través de una conexión íntima Conmigo buscan unificar su chispa espiritual con en el Espíritu Padre, éstos están en la fe, incluso si en tiempos terrenales están débiles y abatidos y ansiosamente se acercan a Mí en busca de ayuda. La oración a Mí es una señal de fe, pero las dificultades terrenales a menudo presionan el cuerpo hasta tal punto que gana domino sobre el alma y aparentemente la abruma. Y entonces el ser humano está temeroso y abatido, pero su fe no ha muerto, pero el alma que una vez Me encontró, siempre se adherirá a Mí en los momentos de necesidad y así demuestra su fe. Y Yo acudo en su ayuda.
Es una fe débil cuando un ser humano duda de Mí y de Mi poder en tiempos de necesidad, cuando está en peligro de ya no aceptar más lo espiritual y concede al mundo un poder más fuerte y derechos. Entonces la fe está seriamente en peligro y entonces Yo tampoco puedo aparecer obviamente a través de una ayuda milagrosa, ya que entonces forzaría la fe, pero esto no sería beneficioso para el alma humana. Pero en cuanto el ser humano lucha diariamente por Mi amor paternal, en cuanto se encomienda constantemente a Mi amor y gracia y Me presenta en oración todas sus preocupaciones y necesidades, también se mantiene en una fe profunda y sólo tiene que intentar de mantener el cuerpo lo más silencioso posible, es decir, prestar menos atención a las aflicciones terrenales y cargarlas con plena fe en Mí.
Debe tratar que el alma hable sola, es decir, escuchar a través de ella la voz del espíritu, la irradiación de Mi amor, que ciertamente le dará la fuerza para dominar las aflicciones del cuerpo. Porque al creyente le será ayudado porque no dejo a los que son Míos en problemas cuando Me piden ayuda.... Y cuanto menos presten atención a las necesidades del cuerpo, estas menos los oprimirán, y eso es la fuerza de la fe.... dejadme todas las preocupaciones a Mí y esperad con tranquilidad Mi ayuda....
El amor por Mis criaturas Me determina a brindarles ayuda constantemente, pero especialmente cuando están en necesidad espiritual. Y cuanto mayor es la necesidad espiritual, tanto más lejos están de Mí y por tanto también están si fe. Y entonces la necesidad terrenal los debe presionar fuertemente para que puedan encontrarme.... Pero quien Me ha encontrado, quien conscientemente desea Mi amor y por eso cree en Mí, en Mi amor, en Mi sabiduría y en Mi omnipotencia, ya no necesita duros medios de educación por más tiempo en la medida que el incrédulo, y puedo acercarme a él para ayudarlo en cualquier momento. Y su suerte en la Tierra será más fácil, aunque no pueda ser perdonado por completo por el bien de sus semejantes y por la purificación de su propia alma. Pero siempre estoy dispuesto a ayudar cuando el llamado de su corazón Me sube a Mí....
Y por eso dejad que Mi Espíritu os hable constantemente, escuchad la voz del espíritu dentro de vosotros en la necesidad terrenal, es decir, conectaos íntimamente Conmigo en vuestros pensamientos y escuchad Mi voz, que os consolará y os dará fuerza para devolveros la paz interior si estáis en peligro de perderla, y que también os dará consejos terrenales si los necesitáis. Porque si permanecéis conectados Conmigo, nada podrá acercarse a vosotros que os pueda dañar, porque Mi proximidad os protege siempre de la obra de las fuerzas de las tinieblas, porque, donde está la luz nunca puede haber oscuridad y donde estoy Yo, el enemigo de vuestra alma nunca tiene acceso. Y grabadlo profundamente en vuestra mente que Yo soy capaz de desterrar cualquier problema y, si creéis en ello profunda e inquebrantablemente, tenéis la seguridad de Mi ayuda.... Esforzaos por tener una fe fuerte, orad por ella sin cesar, entonces cada problema quedara alejado de vosotros, porque vosotros mismos podéis desterrarlo con Mi poder, que os trae una fe fuerte....
amén
Traducido por Hans-Dieter Heise