Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/3588
3588 Promesa.... Espíritu.... Consolador.... Verdad....
28 de octubre de 1945: Libro 46
Y quiero enseñar a los que viven en el amor Yo Mismo, porque os di la promesa de que os guiaré a la verdad por medio de Mi Espíritu, por Mi consolador, que os debe testificar Mi presencia. Yo Mismo os he dado la seguridad de que Yo permaneceré con vosotros hasta el fin del mundo. Por eso Yo estoy siempre presente entre Mis hijos, y Mis hijos son aquellos que cumplen Mis mandamientos, los que se adhieren a la voluntad de su Padre y no quieren ir en contra de ella.
Éstos son los Míos, a quienes conduzco a la verdad y a quienes doy conocimiento, conocimiento que significa riqueza espiritual, que llevan consigo como un tesoro imperecedero al reino espiritual, donde sólo los bienes espirituales tienen valor porque todo lo terrenal es perecedero y no puede seguir al alma al reino de lo espiritual. Y esta verdad hará al alma indeciblemente feliz, porque ahora ve todo en la luz, es conocedora y por lo tanto también capaz de trabajar por Mi reino.... para difundir el conocimiento y ahuyentar a las tinieblas espirituales para que haya luz en todas partes y se reducirá la angustia del alma en la Tierra y en el más allá.
Donde hay amor y sabiduría, también hay bienaventuranza, porque el amor y la sabiduría son Mi parte, y Mi presencia siempre significa bienaventuranza. Sin embargo, sólo puedo impartir Mi sabiduría a un alma amorosa, porque solo ella es capaz de usarla nuevamente según Mi voluntad. Tener conocimiento es felicidad, pero sólo lo perfecto puede ser dichoso, y la perfección es impensable sin amor. Dondequiera que se presente el conocimiento, también debe haber amor para que sea reconocido como verdad; de lo contrario, el receptor carece de poder cognitivo divino y el conocimiento, aunque divino, sigue siendo un bien espiritual muerto, es decir, no le da vida porque no llega al corazón, donde los bienes espirituales quieren ser recibidos para hacerse efectivos en los seres humanos.
Y así un bien espiritual transmitido sólo puede ser como un conocimiento para un ser humano cuando un corazón amoroso está listo para entrar en contacto íntimo con el Dador del bien espiritual y lo expresa a través de un estilo de vida de acuerdo con la voluntad del Dador. Y Mi sabiduría ahora le llega ilimitadamente, porque el amor del corazón ahora lo impulsa a utilizarla. Y así el ser humano actúa ahora en la Tierra de manera redentora, o entra en el más allá con la riqueza espiritual más rica para participar allí en la obra de Redención, para sacar a las almas de las tinieblas del espíritu a la luz.... para también transmitirles el conocimiento, tan pronto como están dispuestos y son capaces de amar.
Porque sin amor no hay luz, ni en la Tierra ni en el más allá.... sin amor los seres humanos están tan lejos de Mí, que Mi radiación de luz, Mi Espíritu, no les toca, y por eso languidecen en las tinieblas hasta que se hayan transformado al amor. Y por eso Mi palabra sólo enseña el amor, por eso doy a conocer a los humanos Mi voluntad, que sólo exige la obra del amor, para entonces llevar a los seres humanos a la luz, para poder presentarles la verdad e impartir la sabiduría divina a ellos para hacerlos felices.... Porque sólo donde hay luz, hay felicidad, donde hay luz, ahí estoy Yo Mismo, y Mi presencia debe hacer felices a los seres.... De Mi sólo surge amor, luz y poder que se comunica a lo espiritual, que se volvió perfecto a través del amor....
amén
Traducido por Hans-Dieter Heise