Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/3479
3479 Apocalipsis...
10 de mayo de 1945: Libro 45
El fin del mundo es el final de un período de Salvación y el comienzo de una nueva época, que nuevamente tiene como determinación la redención de lo espiritual aún no libre. Primero, la tierra como tal cambiará por completo, es decir, su forma exterior no seguirá siendo la misma, sino la superficie de la tierra será completamente destruida por fuerzas del interior de la tierra, y esto tiene comprensiblemente como consecuencia el desvanecimiento de cualquier criatura en la tierra... todos los seres vivos, mundo animal y vegetal serán destruidos, y hasta la materia más dura, la roca, sufre un cambio en sí misma y esto significa el fin para la humanidad que vive en la tierra, la desaparición de lo que es visible a su ojo, aunque la tierra seguirá existiendo como estrella.
En el plan eterno de Salvación de Dios esta remodelación de la tierra está previsto como un medio para la recuperación de lo espiritual, y sí sucederá inevitablemente lo que Dios ha proclamado a través de videntes y profetas desde el comienzo de este período de Redención. Pero la gente no lo cree y, por lo tanto, caerá en la más profunda desesperación si experimenta este final sin estar preparada. El hecho de que todo acontecimiento, toda obra de creación y toda criatura solo tenga como objetivo la maduración espiritual, es ajeno a la gente, y como no mira la vida en la tierra con el ojo espiritual, sólo ven el curso de los acontecimientos terrenales y también niega todo cambio cósmico, así también un hundimiento de esta tierra.
Y son difíciles de enseñar y, por lo tanto, no se les puede persuadir para que reorganicen su vida y se preparan en vista del fin cercano. Rechazan toda indicación y son más adictos que nunca a los bienes terrenales, cuyo afán los mantiene completamente alejados del esfuerzo espiritual. E incluso la necesidad no los hace más accesibles a las ideas que les tocan mentalmente o a través de mediadores del reino espiritual. Y es por eso que se acerca cada vez más el tiempo en que la vieja tierra se disolverá, porque ya no se puede esperar un cambio de pensamiento, un acenso espiritual entre la humanidad. Así que las personas mismas deciden cuándo es el final, porque Dios vio la voluntad de las personas desde la eternidad, vio que se apartarían de Sí Mismo, y vio la futilidad de continuar existiendo de la vieja tierra...
Y es Su amor misericordioso utiliza nuevos medios para conquistar las almas de los seres humanos... El deja nacer una nueva tierra, que de nuevo alberga en sí misma lo espiritual caído, que ahora tiene que ir el largo y angustioso camino a través de la nueva creación, pero que una vez más tiene la posibilidad de esforzarse hacia Dios por su propia voluntad y redimirse de la forma... Y él todavía está tratando en los últimos días de ahorrarle a la gente de la vieja tierra este renovado camino a través de la creación, la señala una y otra vez hasta el final, hasta la hora del juicio y la condenación, permitiendo que se levante entre ella oradores que anuncien Su Palabra, que presenten a la gente las consecuencias de su modo de vivir, para moverla de cambiar su voluntad...
Pero en el último tiempo serán perseguidos todos los que predican la Palabra de Dios, y este será el tiempo más difícil para los creyentes, quienes como resultado se verán privados de todo apoyo. Pero entonces Dios Se revela a los Suyos, y Su Palabra les sonará directa e indirectamente, despertará a hombres entre los creyentes, a través de cuyo espíritu se anuncia. Y lo que son Suyos se verán fortalecidos y fortalecen su fe; esperarán el fin llenos de confianza; se mantendrán firmes y desafiarán todas las amenazas del mundo porque sienten a su Padre cerca y todo temor y ansiedad se aleja de ellos, como pues Su Palabra suena en voz alta...
Y Él estará en medio de aquellos que lo anhelan, Él se les mostrará y por medio de Su presencia traerá la paz más profunda a los corazones de aquellos que son dignos de Su presencia. Y crecerá su valor de confesión, defenderán el nombre de Dios sin timidez; se confesarán seguidores de Cristo y no temerán la muerte; esperarán Su venida y esperarán su redención de gran angustia. Pero el grupo de los creyentes será pequeño... en medio de los demonios vivientes siempre habrá sólo unos pocos que tienen a Dios en sus corazones y están en estrecho contacto con Él.
Y donde Dios Mismo habita visible o invisible a los ojos humanos, los demonios serán impotentes, aunque busquen la vida de los seguidores de Cristo y utilicen todos los medios disponibles para hacerlos desertar de Él. El poder de Dios es más fuerte, y contra ello, incluso el oponente de Dios es impotente. Y el fin vendrá cuando la adversidad parezca insoportable... Entonces el Señor Mismo vendrá en las nubes y llevará a Su pueblo a Su reino... Entonces la tierra vieja perecerá, será el hundimiento para todos los pueblos que viven en ella... es el fin de una época de Redención y el comienzo de una nueva, como se proclama en Palabra y Escritura..._>amén
Traducido por Hans-Dieter Heise