3460 “Bienaventurados son los que practican la Misericordia”
9 de marzo de 1945: Libro 45
Bienaventurados son los que practican la Misericordia, los que socorren al prójimo a vencer su desgracia y sus tormentos. Mi Gracia está visiblemente sobre ellos porque cumplen con mis Mandamientos. Como ofrecen amor al prójimo –criatura Mía– me aman a Mí mismo...
Aquel que está solo y abandonado, con gratitud apreciará el amor que le está ofrecido - pues un amor creará amor recíproco. Lo que esto significa, no os lo podéis imaginar en la Tierra. Pues cada chispa de amor supone una liberación del poder del adversario, un cambio que prepara el regreso a Mí, que es sólo realizable vía el amor.
En toda desgracia terrenal y espiritual el hombre siente una ayuda amorosa con agrado. El amor tiene efecto de fuerza porque como surge de Mí –el eterno Amor– sólo puede tener un efecto que despierta Vida, pues una prestación de ayuda produce buenos pensamientos y buenos sentimientos... toca al alma del prójimo, animándola a la misma actividad. Y toda actividad en el amor resulta en un alejamiento de mi adversario, de modo que de una disminución de distancia de Mí.
Donde el cuerpo y el alma padecen, donde sufrimientos corporales tienen que ser las consecuencias de apuros anímicos, allí el desamparo de la época requiere obras de misericordia... para que los seres humanos reflexionen y encuentren el camino a Mí. Y este camino se lo mostráis actuando en misericordia... si en amor altruista mediante buenas obras apoyáis al prójimo en cuerpo y alma... con consuelo y asistencia llena de amor...
Entonces el cuerpo y el alma pueden curarse, pues el alma siente la fuerza del amor y se hace fuerte y dispuesta a dirigirse hacia Mí. El amor despertará amor recíproco, y donde se enciende la Chispa de Amor, Yo mismo ya puedo entrar en actividad porque Yo puedo estar en todas partes donde esté el amor. Y donde estoy Yo, ya hay menos desgracia - conforme al grado de amor en que se encuentra el hombre...
Por eso, mediante el amor, procurad con diligencia despertar el amor recíproco, y mediante vuestras obras de misericordia redimiréis las almas. Pues la redención de almas os trae una dicha muy feliz en el Más Allá, donde siempre únicamente el amor es valorado, y las almas os agradecerán eternamente que les hayáis indicado el camino correcto.
Amén.
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