Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/3384

3384 Bendición de la pobreza.... Aflujo de fuerza espiritual.... Superar la materia

30 de diciembre de 1944: Libro 44

Estar inundado de fuerza espiritual compensa más que todos los bienes terrenales, porque las posesiones terrenales nunca llevarán a la perfección ni a la transformación del ser, como lo hace la fuerza espiritual. Los bienes terrenales no conducirán a Dios y, por lo tanto, tampoco al objetivo último del ser humano en la Tierra, a la unificación con Dios.... a la filiación divina. Todo éxito espiritual siempre requerirá el aflujo de fuerza espiritual, pero nunca podrá adquirirse a través de posesiones terrenales.

Quien, por tanto, se preocupa por la salvación de su alma, quien se esfuerza espiritualmente, debe esforzarse también por abrirse a la irradiación divina, a Su Espíritu, que se derramará allí donde haya un receptáculo disponible. Y tiene que eliminar por completo los esfuerzos terrenales, por lo que no debe poner su corazón en cosas transitorias, porque luchar por ellas reduce el suministro de fuerza del reino espiritual. Lo que proviene del ámbito espiritual requiere una voluntad indivisa de recibirlo para que pueda volverse eficaz.

Sin embargo, todo deseo terrenal debilita la voluntad de recepción y es, por tanto, un obstáculo para la divina irradiación de fuerza. Y cuanto menos se deje cautivar el humano por el mundo y sus alegrías, por los bienes terrenales, y cuanto más supere la materia y desee un aflujo de la fuerza espiritual, más se abrirá a ella. Entonces pronto los bienes terrenales le parecen pequeños y sin importancia, porque a través de la fuerza espiritual es llevado al estado de la cognición, y ahora sabe cuán inútil es todo lo terrenal en comparación con el estado del saber y de la verdad, al estado de la iluminación a través del Espíritu divino. Porque sólo ahora sabe acerca de la bienaventuranza del saber, de la bienaventuranza de poseer la plenitud de fuerza, que no tiene nada que ver con las posesiones terrenales.

Y es por eso que en ningún caso debe verse como una limitación del derecho de la vida cuando el humano es pobre en bienes y posesiones terrenales, porque cuanto antes pueda establecer la conexión espiritual que le proporcione bienes mucho más valiosos, más pronto llegará a ser sabiendo y poseer riqueza espiritual en toda plenitud, porque sólo renunciando a los deseos terrenales, se puede alcanzar los bienes espirituales que el Espíritu divino imparte a quienes se forman por iniciativa propia para la recepción de lo que fluye directamente de Dios.... la fuerza espiritual, que ahora capacita al humano de obrar para Dios....

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise