Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/3364

3364 Conflicto de cuerpo y alma.... Cooperación de aquellos....

12 de diciembre de 1944: Libro 44

Lo que sirve para el bien del alma por lo general no será sentido agradablemente por el cuerpo mientras el alma y el cuerpo estén en conflicto entre sí. Porque el cuerpo demanda lo que es perjudicial para el alma, pero lo hace sentir mejor a sí mismo. Y si el alma ahora ha de progresar en su desarrollo, entonces mucho tiene que ser retirado del cuerpo para que el alma no se vea obstaculizada en su esfuerzo. Así que, en cierta medida, el sentir y querer deben ser desviados por lo fuerza de lo terrenal, es decir, el cuerpo debe ser tratado con renuncias y decepciones de todo tipo, de tal manera que el alma se aleje en su pensamiento de las cosas que agradan al cuerpo, y puede dedicarse a su tarea real, el trabajo sobre sí misma.

Es difícil para el alma por sí sola, y por eso Dios la ayuda en la medida en que el destino de la vida del hombre le depara muchas decepciones, por eso la vida se acerca al hombre de tal manera que el deseo físico es escasamente considerado, que los bienes y alegrías terrenales se pierden para él y que a través de esto el alma entonces tiene la oportunidad de progresar, es decir aprender a superar lo terrenal y desarrollarse progresivamente.

En cambio, es diferente cuando el alma y el cuerpo se esfuerzan por un desarrollo superior, cuando el cuerpo siempre cede al deseo del alma, si también participa en la obra del cambio, que es el propósito de la vida en la tierra. Entonces las renuncias y las desilusiones ya no son tan necesarias y, por lo tanto, también se pueden ahorrar al cuerpo; porque tan pronto como ambos.... alma y cuerpo.... se esfuerzan por Dios, según el deseo del espíritu en ellos, tampoco ellos se dejan disuadir nunca de este esfuerzo, aunque el mundo se les acerque con sus demandas o tentaciones. Han sido ganados para el reino espiritual, el espíritu en ellos obra demasiado poderosamente en ellos, y pueden estar en medio de la vida sin preocuparse, ya no vuelven a caer en el deseo de los bienes terrenales, sino que se alejan cada vez más de ellos a pesar de tenerlos, porque el bien espiritual les es más deseable en cuanto lo han recibido una vez.

Las desilusiones y los sufrimientos de todo tipo son, por lo tanto, siempre una advertencia contra el debilitamiento del esfuerzo espiritual, o se supone que deben contribuir a aumentar la actividad de la voluntad, para que el trabajo sobre uno mismo se realice con la mayor intensidad, porque se imponen mayores exigencias al hombre en el campo de la actividad redentora. Este trabajo requiere perseverancia y abnegación, y el ser humano debe ser educado para ignorar el cuerpo y que , por otro lado, formar la vida del alma de tal manera que corresponda enteramente a la voluntad de Dios, que el Espíritu de Dios pueda hacerse activo para hacerle capaz para la obra espiritual, que es redentora.

Sin embargo, si el cuerpo está listo para el mismo trabajo, entonces ni las alegrías ni los sufrimientos del alma son un obstáculo para el desarrollo superior, entonces la influencia del Espíritu divino en el alma es tan fuerte que nunca puede ser disminuida por impresiones. El esfuerzo espiritual siempre estará en primer plano y nunca cesará porque el alma está completamente dominada por el espíritu en sí mismo, y tampoco tiene la voluntad de evadir su influencia, sino más bien atrae al cuerpo hacia el área espiritual, ella lo determina a unirse a los impulsos del espíritu, es decir, a hacer todo lo que el espíritu pide al alma. Y así el alma y el cuerpo están subordinados al espíritu, y esto resulta en una maduración más rápida y por lo tanto también en capacidad especial para estar activo para Dios, es decir, participar en la redención de lo que está atado.

Sin embargo, de ninguna manera se obliga al hombre de hacerlo, pero la voluntad puesta en él es estimulada a través de constantes enseñanzas espirituales que llegan al hombre en forma de pensamientos y que son a su vez apoyadas o confirmadas por la Palabra divina, que como prueba del amor divino y de la omnipresencia se ofrece a las personas que quieren recibirla y seguir transmitiéndola. Pues esta Palabra concordará con los pensamientos de aquellos que trabajan conscientemente sobre sí mismos. Y este último será aceptado por Dios como obrero de Su viña, su vida terrenal será ahora llevada y su actividad espiritual bendecida, y nunca jamás será despedido del servicio de Dios.

Encontrará apoyo a través de personas que son del mismo espíritu; también se le proporcionará poder de una manera terrenal, mientras su vida se desarrolla de tal manera que no se ve obstaculizado en su esfuerzo. Así también los acontecimientos terrenales pueden aproximarse a él sin ponerlo en grave peligro espiritual, una vez que se ha ofrecido a sí mismo para servir a Dios. Entonces su cuerpo ya no se considerará tanto a sí mismo, sino que siempre y en todos los sentidos se someterá al alma y al espíritu; en la alegría y en el dolor escuchará la voz interior a través de la cual se anuncia el Espíritu de Dios, porque reconoce su propósito de la vida terrenal y está dispuesto a contribuir a la Redención de lo atado. La voz del espíritu penetra y, por lo tanto, ya no puede ser ahogada por sufrimientos o alegrías terrenales, y este último, por lo tanto, también pueden concederse al que se esfuerza espiritualmente sin poner en peligro grave su desarrollo ascendente....

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise