Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/3286
3286 Disolviendo el caparazón del alma.... Necesidad....
9 de octubre de 1944: Libro 43
Quien se cierra a la Palabra de Dios, su alma todavía está rodeada por un caparazón que detiene el efecto de la Palabra divina. No puede sentir nada, la irradiación del amor de Dios probablemente le toca, pero debido a su propia inmadurez del alma es insensible a ésta, y la seguirá siendo hasta que ella misma está activa en el amor. La Palabra de Dios pretende estimular la actividad en el amor, y por eso debe ser recibida primero con el oído y transmitida al corazón a través de la voluntad humana. Si el corazón ahora está dispuesto a obrar en el amor, entonces el humano recibe la Palabra de Dios cada vez con más alegría y hambre; pero si es incapaz de amar, entonces la rechaza, se cierra a su efecto, y el alma permanece en un denso recinto en perjuicio suyo.
La fuerza del amor divino que es dada al humano a través de la Palabra, no puede penetrar, no puede penetrar este caparazón y, en consecuencia, no puede despertar el espíritu en el alma del ser humano. El Espíritu de Dios no puede entrar en contacto con la chispa espiritual del ser humano, y el ser humano siempre permanece aislado de la fuerza espiritual. Sin embargo, se le debe ofrecer la Palabra de Dios una y otra vez, se debe estimular su mente, aunque el corazón permanezca inactivo y sin voluntad. Se le debe hacer pensar predicándole repetidamente el amor.
El alma de un ser humano que rechaza debe ser vista como un ser infeliz y si libertad que por sí solo no puede ayudarse a sí mismo a salir de su esclavitud, y brindar ayuda a esta alma debe ser el esfuerzo constante del semejante. El hecho de que esta ayuda consista en estimular a los humanos a obrar en amor, significa que es necesario acercarles continuamente la palabra de Dios con amor y paciencia. Hay que aprovechar cada oportunidad, y siervo de Dios nunca debe cansarse en esta obra, porque la necesidad de las almas es sobremanera grande que andan en la noche de las tinieblas espirituales y no pueden registrar ningún progreso en su desarrollo superior.
Se debe amonestar a los humanos que al menos intenten a obrar en el amor, para que puedan sentir el éxito en sí mismos y tomar conciencia de la fuerza que proviene de obrar en amor. Entonces estarán más dispuestos a escuchar la Palabra de Dios y, aunque todavía no quieren admitirlo, reflexionarán al respecto y esto ya es un paso adelante. La fuerza de Dios debe ser dada al hombre porque sin ella es débil e incapaz de madurar espiritualmente. Tan pronto como está presente de la voluntad del bien, la fuerza fluye hacia el humano a través de oración. Pero si esta voluntad primero debe dirigirse hacia Dios, entonces la fuerza también tiene que llegar a él porque es demasiado débil para cambiarse a sí mismo y su voluntad. Y esta fuerza es la Palabra divina.... pero sólo cuando la acepta voluntariamente puede volverse eficaz. Y por eso debe comenzar el amor al prójimo, porque lo que se presenta con amor no deja de surtir efecto tan fácilmente.
El prójimo debe tratar con amor de explicar a los humanos las consecuencias de un estilo de vida sin amor y de presentarlos los éxitos de una vida de amor, que pueden lograr por sí mismos si no se cierran a la Palabra de Dios. Y él mismo debe darles un buen ejemplo practicando la vida de amor que él predica, dando amor y con ello despertando amor a cambio, y él alcanzará el éxito dando un buen ejemplo que fomente la imitación.
Y una vez que el ser humano ha hecho en intento, entonces toda buena acción lleva a más actos de amor, porque entonces la fuerza de Dios ya obra en el ser humano.... el amor lo hace feliz, y ahora el ser humano se abre más y más a la Palabra de Dios, porque gana vida, ya no son sólo palabras las que tocan el oído, sino que penetran en el corazón.... el caparazón que envuelve el alma se debilita cada vez más hasta disolverse completamente a través de las obras de amor y el espíritu ahora cobra vida. Y ahora puede estar constantemente activo.... ahora la Palabra de Dios ya no penetra en el ser humano desde fuera, sino que le es presentada desde dentro, por su espíritu; el espíritu le enseña y le presenta enfáticamente la necesidad de vivir según la voluntad de Dios.
El espíritu lo impulsa a la actividad, a obrar en amor, el espíritu lo guía a la verdad.... Ahora acepta el Evangelio divino a través del espíritu dentro de él. Y es instruido en la Enseñanza divina del amor así como en las verdades espirituales más profundas, para que pueda adquirir ahora conocimientos que ya no le son impartidos desde fuera, sino que el mismo Amor divino le ofrece a través de la Palabra que el espíritu de Dios en el humano recibe de Dios Mismo y ahora lo transmite al alma, la cual se siente sumamente agradecida tan pronto como se libera de su caparazón y se fusiona con el Espíritu divino. Porque sólo ahora vive un ser humano cuando el alma y el espíritu obran juntos....
amén
Traducido por Hans-Dieter Heise