Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/3281

3281 “Venid a Mí todos....”

6 de octubre de 1944: Libro 43

Para cada alma está marcado el camino que debe recorrer en la Tierra para liberarse de su forma, la que significa un grillete para ella. Este camino no necesariamente tiene que estar lleno de espinas si se toma bajo la guía de Dios, si el humano no camino solo en la Tierra, sino que siempre tiene el Amor Eterno como su acompañante, porque entonces un camino pedregoso es fácil de tomar; él flotará, por así decirlo, sobre todos los obstáculos, superará todos los desniveles sin hacer ningún esfuerzo, porque el Padre celestial ayuda a Su hijo terrenal para que alcance su meta ileso.

Pero el alma misma también debe aportar su parte, debe declararse dispuesta antes de su encarnación a completar el camino que le ha sido prescrito, no debe interrumpirlo, es decir, terminar prematuramente su vida en la Tierra, tiene que asumir todo lo que le trae el camino terrenal. Nunca debe olvidar que el amor divino ha determinado el destino de cada ser humano desde la eternidad de tal manera que le ofrece amplias oportunidades para alcanzar el más alto grado de madurez, y que cada acontecimiento es necesario para ello, aunque parezca extremadamente doloroso para el ser humano. Porque Dios conoce cada movimiento del alma humana y lo ha tenido en cuenta en la vida del individuo.

Y el ser humano no puede cambiar nada al respecto, tiene que someterse a su destino, pero tiene a su disposición la oración, y esta oración puede evitar las cosas más difíciles si se envía con plena fe, porque tal oración será respondida. Porque aunque el acontecimiento predeterminado no suceda, Dios da al ser humano la fuerza para asumirlo, y el alma se beneficia de cada acontecimiento, madura hacia la altura y no vive la vida terrenal en vano. Pero el alma no debe tener miedo de lo que está por venir, porque si es de Dios, no lo llevará sola, sino que Dios la ayudará a llevarlo. Así que no siente tanto el peso si permanece conectada con Dios a través de la oración sincera y la caridad desinteresada. Entonces todo será una bendición para ella, pase lo que pase, porque la sabiduría y el amor de Dios han determinado el destino de cada ser humano.

La sabiduría y el amor de Dios protegen al niño terrenal hasta el final, pero él también debe someterse conscientemente al amor y la sabiduría de Dios y saber y creer en todo momento que Dios puede y deseará evitar lo que no es absolutamente necesario para lograr la madurez del alma y que Él también lo hará si el ser humano se entrega a Dios y Le pide Su misericordia. Porque Él es bondadoso y misericordioso, es como un Padre para Sus hijos y no deja sufrir a nadie si confían fielmente en Él y se encomiendan a Su gracia.... Para que se cumpla Su Palabra: “Venid a Mí todos, que estáis cansados y agobiados, Yo quiero refrescaros”....

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise