3252 Reconociendo a Jesús.... Atando a Satanás....
13 de septiembre de 1944: Libro 42
El colapso espiritual es inevitable cuando ya no se reconoce a Cristo y los humanos ya no establecen la relación correcta con Dios, porque entonces quedan impotentes y en una gran necesidad espiritual porque se dirigen hacia su caída. La decadencia espiritual también resulta en el colapso terrenal, porque todo se disuelve tan pronto como se quita la base espiritual. Sin Dios nada puede existir, pero cuando lo espiritual queda completamente relegado a un segundo plano, tampoco se reconoce a Dios, y lo peor que pueden hacer los humanos es negar a Dios, porque al hacerlo también aceleran su propia caída e inicialmente debilitan o pierden su fuerza cognitiva, no reconocen la necesidad en la que se encuentran.
Sólo se preocupan por satisfacer sus necesidades terrenal y, por el bien del mundo terrenal, renuncian a todo lo que podría conducirles a las alturas espirituales. Y el resultad es un colapso espiritual y terrenal y un terrible final físico y terrenal. La fe en Jesucristo podría impedirlo, pero sin él la humanidad ya no encuentra la fuerza para cambiar y se hunde cada vez más, acercando inevitablemente el fin porque sin Dios nada puede existir....
(13.09.1944) El poder de Satanás es sobremanera grande porque los humanos mismos le dan poder sobre sí mismos, pero sólo el ser humano que, a través de Jesucristo, tiene una fuerza de voluntad que nada puede resistir. Pero donde se ha perdido la fe en Jesucristo, el oponente de Dios se enfurece con mayor violencia. Y sus armas son la violencia y la crueldad, que tienen un efecto destructivo y aniquilador en todos los sentidos, pero siempre sólo por la voluntad del humano, ya que el adversario de Dios no tiene poder sobre las demás obras de la creación. Y así utiliza la voluntad de los humanos que le obedecen para destruir y aniquilar, con el fin de liberar lo espiritual que Dios ha desterrado en la creación, contra la voluntad de Dios.
Y este espiritual, que se ha vuelto libre y se encuentra en un profundo estado de desarrollo, ahora también tiene un efecto devastador en su entorno, ya sea el mundo natural, las plantas y los animales, o incluso los humanos. Surge un caos sin precedentes, un caos que no es adecuado para el desarrollo espiritual ascendente del humano y también de lo espiritual aún atado en la creación, y este caos conduciría a la destrucción final de aquello que es accesible a la voluntad humana, excepto Dios Mismo deja que Su poder se imponga y ponga fin a las actividades de Satanás.
Desde el momento en que los humanos se atreven a actuar contra Dios Mismo, es decir, a declarar la guerra a todo lo divino-espiritual y, en particular, a erradicar la fe en Jesucristo entre los humanos, también la obra de Dios se hace evidente, tanto más claramente, cuanta más progresa esta lucha contra Dios. Porque si se debe mantener la posibilidad de un desarrollo superior al humano, también se le debe mantener el conocimiento de Dios, Que descendió a la Tierra en el hombre Jesús para redimir a la humanidad; de lo contrario, los humanos quedarían completamente indefensos e impotentes a merced de la ira de Satanás e inevitablemente tienen que hundirse, tanto espiritualmente como terrenalmente. Ya no se les podría exigir la decisión acerca del propósito de la vida terrenal, puesto que sólo llegan a conocer lo mal, y el bien, lo divino, permanecería oculto para ellos.
Pero tan pronto como Satanás actúa contra Dios Mismo, Dios le hace sentir Su poder.... Le arrebata su poder y lo ata por mucho tiempo.... Y esta atadura ocurre de tal manera, que será desterrado nuevamente en la nueva creación, en la materia más sólida, con los humanos que fueron sus siervos en la Tierra y que cumplieron lo que él les exigía con odio y crueldad, que seguirá siendo su prisión para que no pueda oprimir el bien espiritual, al que ahora el camino hacia las alturas es ahora más fácil para mucho tiempo.
El desarrollo espiritual ascendente por cierto requiere fuerza y resistencia, requiere una decisión entre el bien y el mal, y por lo tanto el mal siempre debe estar opuesto al bien, para que los humanos puedan decidir, para que puedan dejar que su libre albedrío se active. Sin embargo, en la nueva Tierra todos los humanos están bajo el signo de la cruz, son seguidores de Cristo desde el fondo de sus corazones, están en la relación más estrecha con Dios, y ya se han decidido de antemano a través del tiempo extremadamente difícil de lucha en la cual permanecieron fieles a Él, y por el momento no necesitan ninguna fuerza opositora contra la cual deben imponerse.
Y mientras permanezcan en esta íntima conexión con Dios, también estará atado el adversario de Dios, cuyos grilletes sólo serán aflojados nuevamente por la voluntad humana. Porque tan pronto como la conexión con Dios comienza a debilitarse, los sentidos del ser humano se vuelven hacia la materia, que alberga lo espiritual caído en sí.... y con su deseo aflojan sus ataduras, y así el oponente de Dios entra lentamente de nuevo en acción por la voluntad del humano.... Y la lucha espiritual, la lucha entre la luz y las tinieblas, comienza de nuevo....
Y Jesucristo tiene que estar siempre en el foco para que la lucha contra las tinieblas termine victoriosamente; porque lo lleno de luz en la Tierra y en el más allá es lo espiritual redimido por la sangre de Jesucristo, y sólo aquel que reconoce a Jesucristo como Redentor del mundo y el Hijo de Dios puede alcanzar irrevocablemente la luz, de lo contrario el poder de Satanás sobre él es tan grande que lo arrastra hacia abajo a las tinieblas, a la destrucción eterna.
Y negar a Cristo siempre llevará a colapso terrenal y espiritual, porque entonces la humanidad hace un pacto con el oponente de Dios, porque se aleja completamente de Dios y esto significa la disolución de toda forma, que ahora ya no puede cumplir su propósito, el desarrollo superior del alma y por lo tanto pasa por la voluntad de Dios, es decir, cambia dentro de sí misma, y Dios le asigna nuevamente un nuevo propósito. Porque el poder de Dios vencerá a todo poder contrario, Él atará al oponente cuando llegue su hora....
amén
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