Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/3240
3240 Vida.... Despertar la chispa divina en el humano....
2 de septiembre de 1944: Libro 42
La chispa espiritual divina en el ser humano es la vida real del humano, y por eso sólo podemos hablar de un renacimiento cuando el espíritu en el ser humano ha sido despertado, cuando puede comenzar su actividad y la vida espiritual toma su comienzo.... El ser humano, entonces ha renacido en espíritu, porque su nacimiento terrenal sólo adquiere significado y propósito cuando ha tenido lugar el renacimiento espiritual. La chispa espiritual divina ha sido reconocida (conscientemente) por el alma humana, aunque el ser humano aún no puede distinguir intelectualmente entre los dos conceptos alma y espíritu.
Porque la unificación del espíritu con el alma es un proceso que puede tener lugar sin que el humano como tal tenga conocimiento de ello, porque este conocimiento sólo le es transmitido una vez que se ha producido la unificación entre el alma y el espíritu. Sólo entonces el espíritu puede aclarar al alma sólo lo que significa la unión del espíritu con el alma, y sólo entonces el alma se esfuerza por una unión cada vez más íntima con su espíritu y recibe de éste el conocimiento más rico. Y sólo ahora el humano vive, es decir, utiliza sus conocimientos y ahora trabaja conscientemente para el reino de Dios; Trabaja diligentemente para difundir el conocimiento que ha adquirido y transmitirlo a sus semejantes....
La vida es actividad constante.... El humano vive en la Tierra sin haber despertado la chispa divina dentro de sí, es decir, es terrenalmente activo y por tanto trabaja para su vida terrenal, para su cuerpo y para los objetivos terrenales. Pero esta no es la vida verdadera, la vida que perdura, la vida de la que habló Jesucristo, que prometió a los que creen en Él.... Porque la vida verdadera es la vida del Espíritu, que es imperecedera y cuya propósito de la vida terrenal consiste en ganar esta vida. Sólo cuando el espíritu en el ser humano despierte a la vida se cumplirá el propósito de la vida terrenal. Y este renacimiento del espíritu es lo más deseable porque trae beneficios incalculables al alma humana.
Lo que ofrece la Tierra es transitorio y sólo beneficia el cuerpo, pero nunca el alma. Sin embargo, lo que el espíritu ofrece al alma es refrigerio y refresco, es alimento y por tanto fuerza para la vida; Es un bien preciso que ya no puede perecer, que hace feliz y anima a trabajar diligentemente y por eso puede ser llamado el elixir de la vida, porque entonces ya no es posible la muerte, que antes amenazaba al alma y también sería inevitablemente su parte, según el renacimiento espiritual no habría tenido lugar.
El cuerpo carnal es el caparazón que alberga la chispa divina dentro de sí mismo, y ahora depende del libre albedrío del humano si rompe el caparazón y si se esfuerza por traer a la vida lo divino dentro de él. Y cuando el alma, la portadora de la voluntad, se dirige al espíritu divino tratando de penetrar el caparazón, liberándose de todos los deseos terrenales, de los malos costumbres y vicios, cuando busca disolver el caparazón a través de la actividad amorosa, la chispa divina espiritual comenzará a agitarse, entrará en contacto con el alma humana, la ayudará a superarse, le susurrará constantemente consejos e instrucciones, y ahora guiará al alma tan pronto como el alma se dejará guiar por la chispa espiritual divina.
Y ahora la chispa divina en el ser humano asume el liderazgo, y este es verdaderamente justo.... Ahora el espíritu y el alma ya no están en contradicción, sino que juntes persiguen su objetivo.... se esfuerzan por llegar a la patria eterna y dejar el cuerpo, la Tierra y todo lo terrenal desapercibido, aunque el humano está todavía en la Tierra. El humano está vivo, aunque sea indiferente a las cosas terrenales, porque su espíritu vive y obra constantemente.
El ser humano sólo trabaja para el reino espiritual, para el reino de Dios, trabaja sobre sí mismo y sobre sus semejantes, está constantemente activo, porque la chispa espiritual en él nunca le permite llegar al reposo, al reposo ocioso, que es destructivo, porque es sinónimo de muerte.... con un estado que es tortuoso en la eternidad y, por lo tanto, debe temerse como el peor destino que le puede ocurrir al alma humana. Pero si el espíritu ha cobrado vida, entonces ya no habrá muerte para siempre, porque el espíritu es inmortal, y también atrae al alma hacia sí a la vida eterna, a la gloria eterna....
amén
Traducido por Hans-Dieter Heise