Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/3208

3208 La Palabra.... Espiritual y terrenal....

1 de agosto de 1944: Libro 42

La Palabra que no está viva fracasará en su efecto. Probablemente puede ser pronunciada pero carece de espíritu y por tanto no despierta a la actividad. Y es por eso que la Palabra siempre debe ser vivificada por el Espíritu para que tenga un efecto en el oyente de la Palabra. Debe estar impregnada de fuerza que es el signo de la vida.... Y esta fuerza vital sólo emana de Dios, es Su Espíritu, que se expresa en Su Palabra y que es verdaderamente vivificante.

Tan pronto como la Palabra surge del ser humano, éste debe poner en ella toda su convicción para que surta efecto en sus semejantes. Y podrá tener esta convicción si previamente ha recibido la Palabra de Dios. Pero si Dios Mismo no es la fuente de la palabra, entonces puede ser recibida por los demás seres humanos, pero carecerá de efecto.... es sólo una palabra humana y carece del Espíritu que da vida. No durará, perecerá como todo lo terrenal, no irradiará ninguna fuerza y no traerá ninguna bendición notable.... será una palabra muerta, aunque sea defendida....

La fuerza de la convicción debe ser inherente en la palabra, el ser humano debe sentir que lo que dice es verdad, entonces hablará de tal manera que tenga un efecto en sus semejantes. El Amor divino da a los humanos la Palabra para darse a conocer, y les dio a los humanos la capacidad de hacerse comprender nuevamente a través de la Palabra. Este don de la gracia es inconmensurable, ya que significa vida verdadera, porque sin la Palabra predominaría un estado de muerte, un estado de incomprensión, de una existencia embotada de conocimiento acerca del prójimo, de su pensamiento y su vida.

Es la Palabra que vivifica y convierte a los humanos en seres independientes que piensan y actúan, que pueden tener contacto uno con otros, que entran en contacto unos con otros a través de la palabra hablada, que puedan enseñarse unos a otros y transmitir sus propios pensamientos e impresiones a los demás. Pero no debe ser expresada sin pensar, sino que debe ser vivificada espiritualmente, el pensar y el hablar deben coincidir, de lo contrario no despertará ninguna resonancia sino que simplemente desvanecerá en los oídos de los demás. Porque para esto se ha dado el entendimiento al ser humano, puede pensar antes de expresarse a través de la palabra. Es capaz de dar sentido y espíritu a lo que habla.... en lo que se trata de cosas terrenales.

Pero si el ser humano quiere ser espiritualmente activo, es decir, transmitir palabras de un contenido espiritual, entonces la chispa espiritual debe haber despertado a la vida en él para que la palabra sea efectiva. La Palabra misma tiene que estar viva, tanto la mente como el corazón deben estimular a otros humanos a actuar, la mente debe pensar detenidamente y el corazón debe estimular la voluntad de seguir lo que la Palabra recomienda a los humanos. Sólo entonces hay vida en la palabra, da testimonio del Espíritu de Dios cuando despierta el espíritu en el ser humano. Porque la palabra es el medio de transmisión de los pensamientos, es la posibilidad de conexión de humano a humano en la Tierra y de Dios al ser humano en el ámbito espiritual.... La Palabra es el signo de Su excesivo amor por los humanos, es el medio para ganar almas para la eternidad....

Pero en la Tierra también es bienaventurada si es utilizada para ejercer una caridad desinteresada, si la Palabra se ofrece llena de amor, aunque toca cosas terrenales. Pero la palabra debe expresar siempre lo que el corazón siente; no debe ser una palabra muerta, pronunciada sin pensar y recibida sin impresión. Entonces no se valora por lo que es, como forma de expresión de los pensamientos más íntimos, como medio de transmisión de lo que mueve el corazón, como amonestador y advertidor contra la injusticia, como motivación para el esfuerzo espiritual y como prueba del amor divino, que se da a conocer en la Palabra a todos aquellos que quieren vivir, es decir, que quieren despertar el espíritu en sí mismo a la vida.... Porque Dios es Espíritu y sólo puede comunicarse a los humanos a través del Espíritu y transmitirles Su Palabra....

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise