Origen: https://www.bertha-dudde.org/es/proclamation/3202

3202 La resistencia hace ineficaz la Palabra de Dios....

27 de julio de 1944: Libro 42

La fuerza de Dios sólo puede obrar allí donde no se opone resistencia a ella, y por eso la Palabra de Dios puede desaparecer de forma completamente ineficaz en el oído humano si cierra su corazón y no quiere aceptarla como Palabra de Dios. Porque la fuerza de Dios es algo que tiene que ser deseado ardiente e íntimamente; no fluye hacia el humano en contra de su voluntad. Y por eso la Palabra no cobra vida, sino que permanece sólo como palabra muerta que ni obra bendiciendo ni aumentando el conocimiento. No se reconoce como verdad ni como misión divina, no inspira fe ni esfuerzo espiritual, pero el motivo del rechazo nunca puede encontrarse en la Palabra misma, sino sólo en la voluntad del ser humano, que todavía está llena de resistencia contra Dios, aunque no lo admita.

Se mantiene a la defensa sin poder justificarlo realmente, porque acepta sin resistencia las transmisiones mentales que le son transmitidas por el poder contrario de Dios. Y esta es la causa de todo rechazo flagrante, porque el oponente de Dios obra con todo su celo para suprimir la verdad pura y alejar a los humanos de ella. Y lo consiguió cuando el humano ya no es capaz de reconocer el don divino, que todo el mundo puede reconocer si sólo quiere y anhela la verdad.

La Palabra de Dios es ofrecida de tal manera que se puede reconocer claramente su origen, porque la Palabra habla por sí misma, pero sólo para aquellos que están íntimamente conectados con Dios y desean recibir la verdad de Él. Sin embargo, si la palabra se recibe de mala gana, se la opone defensa, entonces se elimina el deseo por la verdad, y entonces no será entendida ni tendrá un efecto beneficioso en el humano, no será seguida y por lo tanto no traerá la bendición que la Palabra vivida aporta inevitablemente al ser humano.... no puede iluminar el espíritu y dar al ser humano la bienaventuranza del conocimiento. Y entonces la Palabra es ineficaz, su fuerza no se siente porque el ser humano se cierra a ella.

Es la gracia más grande cuando Dios viene a los humanos en la Palabra, es una medida de gracia que se pone a su disposición sin ningún mérito por parte del humano, pero es completamente libre para él si aprovecha este don de gracia, si deja hablar la Palabra hacia sí mismo, si la reconoce como don divino, si deja que la gracia entonces se haga eficaz en él mismo, porque esto depende únicamente de su voluntad. Si la voluntad se resiste, entonces el humano no tiene ningún éxito para su alma, entonces esto no contribuye particularmente a su desarrollo superior, a menos que practique el amor y, por lo tanto, abandone inconscientemente su resistencia a Dios....

Pero entonces él también reconocerá Su Palabra, ya no se opondrá a ella, aunque todavía duda en dejar que ella surja efecto sobre él. Sin embargo, le tocará cada vez más y poco a poco se convencerá de la verdad de lo que le presenta la Palabra de Dios.... Entonces su resistencia se ha roto y la Palabra de Dios podrá obrar en él....

amén

Traducido por Hans-Dieter Heise